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'Ojalá pueda volver'

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Vincent

NUEVA JERUSALEN.- Durante tres años Rubén Hernández, a pesar de su corta edad, vivió rezando y trabajando 14 horas diarias adentro de La Nueva Jerusalén.

El joven de 17 años de edad relató a MURAL la rutina que debía cumplir en La Ermita para mantener el derecho a seguir dentro y alcanzar el Reino de los cielos.

En el lugar se celebran 33 misas al día. Así nomás.

"Nos levantábamos a las 5 de la mañana, todavía (estaba) oscuro y hacía harto frío. Inmediatamente era la (primera) misa. Orábamos (durante) hora y media, más o menos", comienza la narración del ahora excomulgado de la secta.

De rasgos indígenas, el ex habitante de La Nueva Jerusalén no reniega de su religión, pero sí de los sacerdotes que lo expulsaron junto con su familia.

"La virgencita sabe que nunca obramos mal, cumplimos todas nuestras obligaciones, pero las cosas son así.

"Después de rezar, quienes tenían tierras se iban a trabajar en el cultivo o la cosecha; algunos tienen sus tienditas y desde temprano se dedican a atenderlas. A las 7 de la mañana ya toda la gente anda en actividad.

"Yo trabajaba en el ingenio (de Pedernales), cortando caña y acarreando azúcar. (La mayor parte del día) me la pasaba en el campo (...) regresaba cuando el sol se metía... y era para rezar.

"Las mujeres son las que más rezan, se la pasan todo el día rezando (en grupos de 40 gentes que se rolan a lo largo del día), le cantan a la Virgen. Todo el día hay oración en el templo, nunca deja de rezarse, nunca se deja a la virgencita sola.

"Las misas mayores son a las 5, las 12, las 6 y las 8 y media (horas). Deben ir cuando menos dos (representantes) de cada familia, por los que trabajamos. Yo por lo menos iba a tres.

"Los hombres le damos un día (de trabajo a la semana) al templo. Arreglamos el templo o le pagamos con limosnas o fregándole en el campo (y luego le regalan parte de la cosecha).

"A los que se portan mal los castigan. Dicen que hay un...

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