Opinión Invitada / Antonio Casanueva Fernández: Del miedo a la reactivación

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La pandemia ha puesto al mundo en una situación sin precedentes, a la emergencia de salud se suman complicaciones en el entorno económico. Todos los actores de la economía están luchando por enfrentar los retos que supone el brote de Covid-19. Eso incluye empresarios, por supuesto.

En 1995, meses después de aquel "error de diciembre" que sumergió a México en una de las peores crisis económicas de la historia, Carlos Llano, fundador del IPADE, escribió un artículo que intituló "El empresario ante el miedo". El Dr. Llano decía que la dificultad más grande cuando nos encontramos ante el peligro, es la de evaluar sus dimensiones reales. Afirmaba que es ahí donde se distingue un empresario de las demás personas, porque de oficio, el empresario, asume y gestiona el riesgo.

Carlos Llano usaba una definición amplia de "empresario", similar a la de la RAE, refiriéndose a todo directivo de una organización. Y lo separaba tanto de los burócratas como de los propietarios. El empresario es valiente y afronta el peligro. El burócrata -hoy le diríamos "Godínez" - se ampara bajo el paraguas de una organización (pública o privada) y se esconde. El propietario es cobarde, porque ante el peligro huye: el capital es típicamente huidizo. En México, es común que la misma persona encarne la función de empresario y propietario, de tal manera que enfrenta la tensión de aceptar los desafíos o de huir al liquidar su propiedad.

El empresario está llamado a la acción: su rol como líder en tiempos de crisis debe ser guía para dirigir su organización hacia la normalización de la nueva realidad.

En una primera etapa, ante el miedo que están viviendo los empresarios, la clave es la resistencia. Para resistir, el empresario requiere gestionar la incertidumbre, priorizar entre lo importante y lo urgente y reanimarse. Para ello: ¡Cash is King! Además, debe revisar sus tácticas comerciales para reactivar las ventas, cuidar el endeudamiento y ser creativo en la dirección de personas.

En una segunda etapa, a partir de un autodiagnóstico, el empresario valiente deberá embestir con ímpetu. Esto implica proyectar la compañía hacia la nueva realidad para que salga fortalecida, motivada y apuntando hacia...

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