Opinión Invitada / Arte y finanzas

AutorOpinión Invitada

Harold James

En medio de la crisis financiera de septiembre ocurrió en Londres un hecho relevante. Mientras el distrito financiero de Londres era sacudido por el colapso de Lehman Brothers y la corrida de HBOS, Sotheby's organizó una subasta récord para las obras del artista Damien Hirst, que produjo una recaudación bruta de aproximadamente 200 millones de dólares. En comparación con los valores que se estaban destruyendo en Wall Street, esta cifra era apenas morralla, pero representó un voto de confianza notable en la obra de un artista.

Las burbujas financieras, como la que acaba de estallar definitivamente, están íntimamente relacionadas con el mundo del arte. La Florencia del Renacimiento dependía del patronazgo de los Medici. La Venecia del siglo XVI transformó la riqueza producto del comercio de especias en las telas de Tiziano y Tintoretto.

El próximo gran centro comercial del mundo fue Ámsterdam, donde nuevamente los burgueses exitosos daban empuje a un nuevo estilo de arte y produjeron la era de Rembrandt. Los grandes financistas del siglo XIX y principios del siglo XX, hombres como J.P. Morgan, Henry Frick y Andrew Mellon, gastaron una gran parte de sus fortunas en arte.

Desde su punto de vista, coleccionar arte no era simplemente una cuestión de benevolencia o valentía pública. Tampoco se trataba sólo de un hobby muy costoso. Sus galerías mostraban de una manera visible y muy pública el discernimiento y el criterio del que dependía su negocio financiero.

El criterio financiero, por el contrario, no está por naturaleza abierto a la inspección. Depende de acuerdos internos, de adelantarse al mercado. Es imposible decir quién está haciendo buenas apuestas o quién está apostando alocadamente. En consecuencia, ayuda tener una actividad merecedora de respeto que les permita a los de afuera ver que el proceso de discernimiento y valuación realmente ocurre.

La reciente era de las finanzas globales -tal vez ya podamos referirnos a ella como una época pasada- difería del apogeo financiero de hace un siglo. Sus manifestaciones culturales también parecían ser novedosas.

Para algunos de sus participantes, coleccionar arte contemporáneo demostraba de qué manera las finanzas se habían convertido en un proceso mucho más creativo de lo que era el mundo de los financistas de antes. Morgan o Mellon coleccionaban básicamente antiguos maestros del Cinquecento, cuya reputación estaba clara y sólidamente establecida.

Los nuevos coleccionistas de arte...

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