Opinión Invitada / Cynthia Cantero Pacheco: No hay democracia sin rendición de cuentas

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"La voluntad del pueblo será la base de la autoridad del pueblo"; fue ese el principio conceptual en el cual se fundamentó la Asamblea General de la ONU de 1948, para definir la democracia. Hablar sobre el tema nos lleva a pensar en política y en la influencia que los partidos ejercen sobre la eficacia de los regímenes democráticos.

El término que nos ocupa fue utilizado por primera vez, hace ya más de 2,500 años, por Herodoto y la definición del concepto aún sigue en debate. Algunos estudiosos han coincidido en que la democracia no sólo es un instrumento político para regular el acceso al poder en el plano de las competencias electorales, sino que su razón de ser se fundamenta en la exigencia del ejercicio pleno y profundo de los derechos humanos, además se incorporan valores y fines que ésta debe perseguir.

Leonardo Morlino señala que una buena democracia es aquella que garantiza el ejercicio de la libertad y la igualdad a sus ciudadanos, y que se sustenta en un Estado de derecho, en el que las personas deben poder monitorear y vigilar la eficiencia de la aplicación de las leyes, además de exigir la rendición de cuentas a sus gobernantes.

¿Cuál es la calidad de la democracia con la que vivimos día a día? Podemos responder con una mirada a la rendición de cuentas en nuestro país o en nuestro estado. Ésta puede ser vertical y horizontal; la primera supone un tránsito de ida y vuelta, que permite la interacción entre las autoridades y la sociedad; la segunda, es la responsabilidad de las autoridades con otras instituciones o actores colectivos que cuentan con la capacidad y facultades de revisar, cuestionar, examinar y evaluar sus acciones.

Es en el actuar de nuestras autoridades donde encontramos una constante que pareciera marcar el ritmo de las decisiones y acciones públicas: se generan programas y proyectos institucionales, pero al ejecutarlos vemos cómo éstos van más bien orientados a resolver lo urgente, la superficie del problema, o bien en beneficio de algunos pocos, dejando en el olvido las cuestiones de fondo y de estructura en beneficio de todos. Distorsionando así la responsabilidad de las autoridades y la aplicación de la ley.

La ausencia de un aparato de autorregulación...

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