Opinión Invitada / Iván González Vega: El idioma del Presidente

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Primero fue un "no se equivoquen, no es desabasto". Luego fue un festival de acusaciones entre presuntos opositores políticos, convencidos de que los del bando rival son enemigos del País. Entonces vino una seguidilla de anuncios errados: el ducto será abierto mañana, ahora sí se abre el sábado, abrir el ducto no servirá de nada. Luego vino Tlahuelilpan, 115 muertes vergonzantes seguidas por la revelación de cuán viles pueden ser los hábitos comentaristas de los mexicanos en redes sociales: "Eran huachicoleros y ellos se lo buscaron".

Jalisco y Estados como México, Guanajuato y Michoacán cumplieron un mes (oficialmente) de crisis de gasolina. Para la última semana de enero el clima promete que el acceso al combustible vuelva a la normalidad, pero no se nos olvidará que inauguramos año y gobiernos en un régimen de largas filas de autos, mal humor generalizado, amenazas de daño económico y hasta una tragedia cuya gravedad nos merece matices. Por semanas, nuestras mejores esperanzas fueron cazar pipas en la calle y sentarnos a esperar que el Presidente, el Gobernador y los demás actores con poder nos dijeran a qué íbamos a atenernos.

Y de eso también hay que hablar: cómo esta crisis contribuyó a poner en evidencia la degradación del diálogo público y la confirmación de que los ciudadanos no tenemos voz en ciertos asuntos: si contamos es porque las encuestas documentan que estamos de acuerdo con la medida, y es viable preguntar si mereceríamos la misma consideración en caso de que nos opusiéramos.

Tener voz es importante. Tener voto es relativo: al elegir gobiernos, hacemos descansar las decisiones en representantes más o menos eficientes y más o menos sensibles. Pero esa relación nos permite pronunciarnos porque la actividad social afecta al diálogo de las cosas públicas: los ciudadanos aspiramos a incidir en la agenda, encontrar vías y vehículos para nuestras opiniones. Un ciclista que documente los abusos de los automovilistas contra las ciclovías mal diseñadas tiene cierta esperanza de que algún funcionario promueva la reparación de la obra mal hecha. Un grupo de colonos decidido a evitar que le dividan el barrio con un paso a desnivel puede juntar firmas que disuadan al gobierno más decidido.

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