Opinión Invitada / Jesús a. Medina Varela: ¿Cómo transformar sin educación?

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En campañas electorales se podrán decir muchas promesas, pero ahora en la Cámara de Diputados estamos en el momento de la verdad.

Un presupuesto es la política de lo posible, de lo institucional y lo material. En él se reflejan las prioridades institucionales de un gobierno.

Entonces, ¿cómo transformar un país sumido en la desigualdad y la falta de oportunidades, sin apostar en la educación como herramienta de justicia social? ¿Cómo hacer frente a los retos de una sociedad compleja sin considerar la educación superior como estrategia fundamental?

Más allá de los discursos y el simbolismo, un planteamiento presupuestal consciente debe dotar suficientemente a las instituciones de educación pública del País para que puedan cumplir con su misión prioritaria: educar al pueblo de México.

¿Cómo garantizar la obligatoriedad de la educación superior consignada en la iniciativa de reforma al Artículo 3 Constitucional si, en vez de apostar por ampliarlo, se pretende reducir su presupuesto?

Nos hablan continuamente de que habrá 100 nuevas universidades, pero analicemos un poco la propuesta. Haciendo un cálculo rápido, en el presupuesto para 2019 están destinados mil millones de pesos para las nuevas universidades. Entre 100 esto representaría una inversión de 10 millones por plantel. Entre los costos fijos, los recursos humanos, materiales (sin contar la construcción de nueva infraestructura), el costo promedio por estudiante oscilaría entre los 45 mil pesos semestrales. Con esta inversión se atenderán a 100 estudiantes en promedio por semestre, 200 al año por plantel.

Es decir, se estaría dando educación a poco más de 20 mil estudiantes en todo el País, anualmente. Si tenemos cerca de 420 mil jóvenes rechazados cada año de las universidades, se atenderá solamente un 4.7 por ciento de la demanda educativa.

Si este es el presupuesto otorgado para las nuevas universidades, la política pública para el empuje de la educación superior en México terminará siendo un rotundo fracaso.

Debemos recordarles a los legisladores que la educación no es un gasto, es una inversión que apunta a un futuro más justo. Por ello, no aceptaremos bajo ninguna circunstancia que se ponga en riesgo la...

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