Opinión Invitada / Mario Arroyo: Benedicto XVI

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Todo el mundo ha quedado impactado y lleno de estupor ante la noticia, ofrecida por el propio Benedicto XVI, de su inminente renuncia. Benedicto XVI será Papa hasta el 28 de febrero de 2013 a las 8 de la noche, hora de Roma. Seis siglos hacía que no sucedía algo semejante, y ello le confiere al acontecimiento algo de inaudito, de inesperado.

Por otro lado, es perfectamente comprensible, como el mismo Santo Padre explica con total sencillez: dirigir la Barca de Pedro requiere energías, fortaleza física e interior; y a sus casi 86 años, en conciencia piensa que no puede cumplir adecuadamente su papel. Es el servicio a la Iglesia lo que le llevó en su día a aceptar la sorpresiva elección (tenía entonces 78 años), y es el mismo servicio el que ahora le lleva a renunciar a tan alta dignidad.

Hay que decir que no se trata de ningún "desdoro" o "cobardía". Sino, sencillamente, de coherencia y sentido común, dada la envergadura de la misión que tiene encomendada. El Papa, hombre profundamente racional, se da cuenta de sus límites y de la importancia de lo que está entre sus manos, prefiriendo hacerse a un lado.

La superficialidad podría inducirnos a engaño, sería comprensible. Dante Alighieri, gran literato, ilustre pensador y profundo cristiano se dejó llevar por el engaño en una situación semejante, cuando coloca en el Infierno de la "Divina Comedia" a Celestino V, que también renunció a la Sede de Pedro por considerar que superaba sus fuerzas. Dante lo coloca en el Infierno por cobardía, y sin embargo, hoy conocemos a Celestino V como San Celestino V, es decir, un hombre santo que hizo lo que Dios le pedía en servicio de la Iglesia.

Una vez más la Providencia nos muestra que de poco valen nuestras expectativas, o los libretos y guiones que podamos entrever para el desarrollo de la Iglesia y del mundo. La historia de la salvación se entreteje por personajes humanos libres, pero el libreto y el guion son divinos. Debemos sencillamente confiar en Dios y en el carácter sobrenatural de su Iglesia, que paradójicamente está formada por nosotros, hombres muy naturales, en ocasiones demasiado.

Es sin embargo obvio que el momento actual es delicado para la Iglesia. Estamos a mitad del Año de la Fe y la renuncia del Papa no puede sino cimbrar los fundamentos de nuestra fe. Se trata, de nuevo de forma inesperada, de una oportunidad que nos ofrece el...

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