Orgullo de piedra

AutorHaydé Murakami

ENVIADA

KEYSTONE, Dakota del Sur.- "¡Imagínate que te hablara Washington y volteara los ojos así!", propone un adolescente a sus acompañantes, quienes celebran con risas su gesto zombie, robando protagonismo por un momento al Monte Rushmore, que el próximo 31 de octubre cumple 75 años.

La turista que los oye frunce el ceño, vuelve la mirada hacia el conjunto escultórico, horrorizada con la sola idea de que aquel rostro de 18 metros -por muy prócer que sea- cobrara vida o, peor, comenzara un discurso.

Una vez disipada la fantasía, sí se antoja imaginar lo que opinarían no sólo George Washington, sino también sus tres serios acompañantes: Thomas Jefferson, Theodore Roosevelt y Abraham Lincoln, de la que debe ser la exaltación patriótica más famosa y perdurable de nuestros tiempos (según expertos, tardará unos 7.2 millones de años en erosionarse).

El extranjero que llega hasta este paraje que se eleva a mil 700 metros, en las Colinas Negras de Dakota del Sur, puede asomarse a un acto íntimo nacional y conmoverse con la forma en que los visitantes estadounidenses enfrentan este tributo a su idea de nación: emotividad, reflexión, chiste, indiferencia o comentario duro sobre la política o el despojo histórico de estas tierras a los nativos.

Aunque creada para conmemorar los 150 años de la fundación de Estados Unidos, la escultura de Gutzon Borglum tenía otro afán: atraer visitantes a estas tierras consideradas entonces "remotas" por estar alejadas de las boyantes urbes del país.

Y el monte cumplió su cometido. Alrededor de 3 millones de visitantes pasan por aquí cada año, según el sitio web del Servicio de Parques Nacionales de Estados Unidos.

Cada impávido rostro esculpido con dinamita y a mano en el monte, también llamado frecuentemente "Templo a la democracia", representa una etapa nacional: surgimiento, crecimiento, desarrollo y preservación.

Incluso, hay quienes piensan que es mito, pero detrás del rostro de Lincoln está la famosa Sala de Actas o The Hall of Records, que resguarda, además de la historia del monumento, reproducciones de la Declaración de Independencia y la Constitución, así como biografías de los cuatro presidentes y del escultor.

Para Janita y Jack, de Arkansas, esos datos les parecen irrelevantes.

"Siempre había querido venir", dice Janita mientras acaricia a su perrita yorkshire y Jack toma la selfie con los presidentes de piedra al fondo.

Es un lugar que hay...

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