Entrevista / Otto Schöndube Baumbac / Buscador de raíces

AutorPedro Mellado

Considera que debemos estudiar el pasado para comprender mejor nuestro presente. Por eso ha dedicado más de medio siglo a la pasión que germinó en su corazón de niño y le llevó por los caminos de la arqueología, a escudriñar en los vestigios que ofrecen pistas sobre la ubicación, la identidad y la forma de vida de los pobladores originarios de estas tierras.

Advierte que en estas tierras llamadas después de la conquista española Nueva Galicia, donde ahora se aposenta el Estado de Jalisco, dominadas y habitadas por una población preponderantemente criolla, se ha olvidado el pasado indígena. Tomatlán y Sayula son regiones en donde vivieron antiguos habitantes de Jalisco, mucho antes de la llegada de los españoles.

En esa búsqueda se ha enfocado desde que se incorporó como investigador al Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), en 1962.

De antepasados alemanes, Otto Schöndube Baumbach nació en Guadalajara, Jalisco, el 13 de diciembre de 1936. Su infancia transcurrió entre el Colegio Unión y el Instituto de Ciencias. Desertó de una ingeniería en la Universidad Iberoamericana.

Estudió en la Escuela Nacional de Antropología e Historia y fue pionero del Centro Regional del INAH, además de contribuir a la fundación del Museo Regional de Guadalajara en 1976.

Es profesor en la licenciatura en Antropología de la UdeG, de las materias de introducción a la arqueología, arqueología del occidente del País y temas mesoamericanos, y uno de los arqueólogos más reconocidos del País.

Está casado con Elisabeth Margarita Friedewold y tiene dos hijos: Regina y Jorge.

ABUELOS

¿De dónde le salió la vocación por la arqueología?

Un poquito me la inspiró mi abuelo materno, Rodolfo Baumbach, quien vivió un tiempo en Tabasco en donde conoció a algunos arqueólogos americanos.

Después, mi abuelo Rodolfo trabajó con mi abuelo paterno, Enrique Schöndube, acá en Jalisco, quien tuvo una hacienda en las afueras de Tonila, en las faldas del Volcán de Colima, a la que le puso por nombre "La Esperanza", en donde está enterrado, pues murió de un balazo en la época de la revolución cristera.

Mi abuelo materno, Rodolfo Baumbach, también trabajó en Colima y en las tareas agrícolas que realizaba se encontró monitos y ollas. Él me platicaba lo que le decían sus amigos arqueólogos y tenía en su pequeña biblioteca, al igual que mi padre, libros sobre historia antigua de México, que yo leía. De esa época nació mi inclinación por la arqueología.

Viví un tiempo en Tamazula, pues mi padre, Otto Schöndube Kebe, trabajó...

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