Paloma Ramírez / Nunca más foie gras

AutorPaloma Ramírez

En estos tiempos modernos y "civilizados" el maltrato hacia los animales está mal visto por la sociedad en su conjunto. Así de claras las cosas, cabe preguntar a qué se refiere el término. Si bien algunos casos no darían pie a polémica, otros en definitiva sí. Por ejemplo, la mayoría estaríamos de acuerdo en que se maltrata a un animal cuando su dueño, sólo porque le viene en gana, agarra un palo y comienza a golpearlo.

También seríamos un colectivo robusto el que piense que se abusa de las gallinas que se emplean en la producción masiva de huevo o carne. En general son animales que viven en hacinamiento, en bodegas cerradas y sin conocer la luz del sol. Se les somete a un régimen antinatural de engorda y producción de huevo. No se les permite criar a sus polluelos, mismos que estarán sin piel, desmembrados y acomodados en charolas de unicel en menos de 49 días. Así de violenta la realidad. Son pocas las personas que alzarían un dedo en su favor. Somos tantos por alimentarnos que más vale no preguntarse sobre el origen de la carne.

Todavía más polémico se vuelve el tema cuando se habla de abuso doméstico. Muy pocos estarían de acuerdo en que se maltrata a la mascota cuando, en lugar de tratarla como perro o gato, se le da vida de humano. Mascotas con tutú, que viajan en carriolas o se les hace la manicura son animales a los que no se les permite vivir de acuerdo con su naturaleza, a los que se les borra toda traza del instinto con el que nacieron. Semejante atrocidad es aceptable hasta para los animalistas, sus supuestos defensores.

Y, hablando de esa gente contradictoria, esta semana salieron en tropel a las calles de Nueva York para corear hurras pues, gracias a su labor salvífica, se prohibió el consumo de foie gras en la ciudad. Como era de esperarse, el enemigo vencido era un grupo minoritario y de poca monta, integrado por chefs de restaurantes exclusivos, comensales que podían pagar por menús rebosados con delicatessen y por los criadores de los patos o gansos. ¡Menuda victoria!

Estos animalistas pendencieros y voraces suelen alimentar a sus simpatizantes con...

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