Paloma Ramírez / Remedios Varo en el Musa

AutorPaloma Ramírez

Para muchos, la noticia de la exhibición de Remedios Varo en el Musa llegó al mismo tiempo que la de la subasta de uno de sus óleos por la casa Christie's. Por eso, no dudo que habrá habido visitantes que contemplaron esta exposición como yo, con una cifra millonaria en la cabeza. Y quizá, por lo mismo, se sintieron más atraídos hacia sus pinturas. Lo cual no deja de ser natural. Pues, de alguna forma, el tener una idea clara y fresca sobre el valor de mercado de lo que tenemos enfrente puede llegar a sesgar nuestra opinión. Por ejemplo, nos puede fascinar aquel cuadro al que, en otras circunstancias, no le echaríamos un segundo vistazo.

En lo que a mí respecta, la noticia sobre la subasta de los "Vampiros vegetarianos" tuvo sus efectos. Admito que estudié con mayor detenimiento de lo usual aquellos proyectos de óleo trazados con grafito y también los carteles publicitarios apastelados que Remedios Varo realizó para la farmacéutica Bayer. Además, que despilfarré mis escasas dotes de fotógrafa en capturar sus cuadros. Esto sin importarme que en el internet se pueden encontrar todas las imágenes que se deseen con una resolución inmejorable.

Entusiasmada, un poco, por este mundo paralelo al del arte que es el de la subastas, y, otro poco, por reencontrarme con sus pinturas, visité "Remedios Varo, la Dimensión del Pensamiento". Lo cierto es que una vez pasada la euforia por la venta millonaria en la casa Christie's y con el ánimo más sereno, hallé su obra tan misteriosa y sorprendente como la recordaba.

Con Remedios Varo me sucede algo particular. Por más veces que he mirado sus pinturas en diferentes etapas de mi vida, siempre las contemplo con los mismos ojos. Observo aquellos mundos llenos de recovecos y acertijos con ojos maravillados y deslumbrados. Y, algo más, nunca he logrado decidirme por una pintura favorita. Cuando por fin concluyo que no existe nada más evocativo que el flautista que mueve, mediante el encantamiento de su tonada, los trozos de piedra que compondrán una torre, volteo y me sumerjo en una barca en la que huyen dos amantes entre cielos afilados y acantilados tormentosos. Y la tarea de decantarme por uno de sus trasmundos se torna imposible.

Además de reencontrarme con su obra, esta...

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