Paseo en el tiempo

AutorJosé Arrieta

Dicen que, si afinas un poco el oído, puedes escuchar el resonar de los pasos de Venustiano Carranza y los Constituyentes que, hace un siglo exactamente, firmaron al interior del Teatro de la República, en la capital queretana, la Carta Magna del País.

En su momento, las butacas forradas de terciopelo y los balcones de este teatro, de características neoclásicas y emparentado en estilo con el Macedonio Alcalá, de Oaxaca, o el Esperanza Iris de la Ciudad de México, fueron ocupadas por personajes que hicieron historia.

Sus huellas, en forma de letras de oro y registradas en periódicos y otras publicaciones de la época, pueden ser vistas por los viajeros en una exposición permanente en el primer piso del recinto.

Este sitio, como otros tantos en Querétaro, tiene la virtud de transportarte en el tiempo. Basta cerrar los ojos un poco para sentir las voces de quienes entonaron por primera vez el Himno Nacional, estrenado de forma simultánea en este recinto y otros del País, el 16 de septiembre de 1854, e incluso de aquellos que presenciaron la sentencia a muerte dictada contra Maximiliano de Habsburgo, 13 años después.

En esta ciudad, todo tiene un aire histórico. Cerca, a unos pasos, está la Casa de la Corregidora, edificio virreinal que fue cárcel y residencia, y donde Josefa Ortiz de Domínguez convocaba a reuniones, cuyo objetivo era liberar al País del yugo español.

A través de una chapa, resguardada en el Museo Regional de Querétaro, la heroína avisó a los conspiradores para dar inicio a la Independencia, en 1810.

Afuera del hogar independentista se encuentra la Plaza de Armas, a la que es inevitable considerarla como un vórtice donde confluyen épocas y lugares. Si te dejas llevar por la escultura del Marqués de Villar del Águila, constructor del famoso acueducto queretano, podrías jurar que estás en una...

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