Pasión cervecera

AutorNayeli Estrada

ENVIADA

REPÚBLICA CHECA.- Chequia es un país sin litorales. Sin embargo, está bañado por la espuma de una famosa bebida: la cerveza.

Flores de lúpulo y malta son los ingredientes necesarios para elaborarla y tanto en las mesas de las casas como en las terrazas turísticas que hay a lo largo y ancho del destino, tomarla y brindar con ella, es toda una cultura.

Por un lado, Praga es una bella capital, a la que arriban millones de viajeros ansiosos de andar por sus calles, admirar su imponente arquitectura y, por supuesto, probar buenas cervezas.

Por otro, Pilsen ha cobrado fama por ser la ciudad donde se creó un icónico estilo de cerveza. Y es que beber una Pilsner, en República Checa, es todo un clásico.

Delicadas notas amargas, con un perfil principalmente terroso, y un cuerpo ligero son las características de la emblemática bebida de baja fermentación que ha dado fama mundial al oficio cervecero checo.

La Pilsner aún comprende el 90 por ciento de la producción total a nivel nacional, aunque locales y visitantes se han sumado a la tendencia de probar otras creaciones artesanales.

El entusiasmo por la Pilsner tiene sus raíces en tierra checa, ya que la Denominación de Origen Protegido que ostenta, exige que su elaboración sea a partir de técnicas e ingredientes nacionales como: flores de lúpulo de la región de atec, malta de Bohemia y la cristalina agua pura que caracteriza al país.

La cerveza es una bebida tan valorada en el país que el consumo per cápita es de 184 litros al año, de acuerdo con cifras del Ministerio de Agricultura.

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