Patrullar, 'ingrato y difícil'

AutorJonathan Compton

Ser policía se lleva en las venas.

"Jesús" se persigna antes de apretar el acelerador; el comandante "Martín" enciende la sirena y toma un radio en sus manos.

"Juan Manuel", con un rifle entre sus piernas, mantiene la mirada en el camino. La adrenalina dispara los sentidos.

En alrededor de 10 minutos recorren casi 15 kilómetros, desde su base de la Policía de Tlaquepaque hasta Toluquilla y descubren que el esfuerzo fue en balde: el hombre armado que habían reportado no fue más que un invento.

El grupo toma un breve respiro y de vuelta a la patrulla, para esperar otro de los 30 reportes que atienden a diario, en promedio.

MURAL acompañó a la Unidad de Reacción Municipal durante un día de actividades para conocer un fragmento de la vida policial.

Con 18 años como oficial, "Martín" dice tener anécdotas para hacer un libro, pero las que añeja en su memoria son cuando ayudó a dar a luz, en plena calle, en dos ocasiones.

Los policías sortean a diario una doble "batalla": contra la delincuencia y contra los mismos ciudadanos que protegen.

"Yo amo mi trabajo, me encanta", asegura "Martín", quien porta con orgullo su uniforme.

Difícil e ingrato son las palabras que repiten los agentes, con sus diferentes sinónimos, para describir su oficio.

La dieta es una de las partes complicadas, comen en cuanto tienen unos minutos libres y donde se hallen.

Los refrescos de cola, las aspirinas y las bebidas energizantes -si...

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