Paulino Quevedo H./ Clinton tiene razón

AutorPaulino Quevedo H.

En su discurso dado en Davos, el 29 de enero, Clinton ofreció el dato de que mil millones de seres humanos viven hoy con un dólar al día, es decir, con 200 y tantos pesos al mes. De otra parte sabemos que cada 3.6 segundos alguien muere de hambre en el mundo, y que tres cuartas partes de los muertos son niños menores de 5 años: ¡cada día mueren de hambre 24 mil personas! Estas cifras están tomadas de un sitio en Internet, "The Hunger Site", dedicado a ayudar a la gente hambrienta de nuestro mundo.

Los salarios mínimos difieren de un país a otro, pero sabemos que una persona vive con un dólar al día. Por tanto, globalmente, podemos tener las vidas humanas como medida económica. Por ejemplo, si gasto en mis lujos y caprichos (coches, viajes, etc.) 10 mil dólares al año, puedo afirmar que mis lujos anuales cuestan 27 vidas humanas, o sea, los 10 mil dólares anuales entre los 365 dólares que cuesta al año una vida humana.

Se trata sólo de 27 de esos 24 mil seres humanos que diariamente mueren de hambre. Y mil dólares de lujos anuales cuestan 2.7 vidas humanas. Interesante, ¿no? ¡Tenemos las manos manchadas de sangre! Otra cosa es el razonable descanso y entretenimiento, y los auténticos instrumentos de trabajo o cultura.

Así como se habla de "casualties of war" o accidentes de guerra, podemos también hablar de "casualties of the free market" o accidentes del libre mercado. En todo esto descubrimos un fuerte argumento a favor de la austeridad de vida; de eso que los filósofos han llamado justo medio, y que aun los emperadores romanos llamaron "aurea mediocritas". Y suena razonable la norma de San Agustín: "Puedes tener aun lo superfluo, siempre que los demás no carezcan de lo necesario". El libre comercio debe tener frenos, límites, reglas: ¡tiene razón Clinton!

Es una soberana estupidez pensar, más bien creer (sin fundamento para esa "fe"), que el libre mercado natural y benévolamente logrará el equilibrio económico en beneficio de la humanidad entera. En realidad se trata de la disculpa que el neoliberalismo inventa para justificar su codicia. Y es una reverenda ingenuidad de nuestra parte hacerle el juego. Así como lo que más le interesa al diablo es que creamos que no existe, lo que más le interesa al neoliberalismo es que creamos que el libre mercado logrará el equilibrio espontáneamente.

El problema no es la globalización, sino el libertinaje de un mercado regido por la codicia capitalista sin freno. Ya tuvimos experiencia de tal codicia...

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