Penal chico, cinismo grande

AutorLuis Alegre

MURAL / Enviado

Tijuana, BC.- Como bienvenida en "El Pueblito", humor negro del bueno repartido en carteles: "Prohibido introducir drogas". "Denuncie si recibe maltratos de los internos". "Visitas martes, jueves y domingo". "Extrictamente (sic) prohibido ofrecer o dar sobornos a los custodios".

Frases para un penal donde la droga la venden en tienditas y los internos controlan y administran los espacios, incluido el suelo que se pisa; un lugar donde las visitas son diarias previa "mordida" y los custodios piden dinero por entrar, por salir, porque sí, porque no y por si las dudas.

Al alba, niños que se preparan para ir a clases, mujeres que recogen sus ropas en celdas donde comparten la intimidad con otros 8 o 10 hombres además de sus maridos y a unos metros, esposas que preparan café en cocinas integrales de caoba.

Para quien tiene dinero, jugos, birria, pan caliente, tacos, pizzas, hamburguesas, pollo estilo Sinaloa, antojitos o si se ofrece, tiendas de abarrotes. Se llaman "Hawai", "Big Mac", "El Huevo de Oro". Son los negocios de los internos, los que dan vida a "El Pueblito".

También hay renta de videos, futbolitos, peluquería, de artículos para fiesta, talabartería y hasta un video bar-pub. Y esos son los visibles, porque había otros más discretos: cuidar una cobija, prestar el celular, vender papel estaño para quemar el crack.

De noche, internos durmiendo en barracas de 5 mil dólares con baño y salita y otros, aferrados a sus cobijas e idiotas por la droga barata, yacen entre aguas negras, ratas, orines y basura.

Penal chico, cinismo grande. Hasta ayer, ese fue "El Pueblito", la "perla negra" de las cárceles mexicanas, según definió Francisco Arellano, responsable del operativo.

"Hoy se termina el Pueblito", advirtió en la madrugada el también Coordinador de las Fuerzas Federales de Apoyo de la PFP, cuando mil 500 de sus hombres entraron para repartir boletos con insospechados viajes para sus destinatarios.

A los primeros 44 internos que aseguraron con esposas de plástico eran los más peligrosos, los cabecillas de las bandas que controlaban el penal. Cabizbajos, sorprendidos, con los tatuajes al aire, los reos abordaron un camión que los llevó a la Base Aérea Militar, donde ya los esperaba un Boeing 727 de la PFP para repartirlos entre Matamoros, Puente Grande y La Palma, las cárceles de máxima seguridad.

A otros mil 988 reclusos les tocó estrenar el Centro de Readaptación Social de Tecate, bautizado como "El Hongo", donde en verano...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR