Perfil 124/ Guachinango, Oro a flor de tierra

AutorFernanda Carapia

A lo lejos, entre los cerros y montañas de la Sierra Madre, una ola anaranjada y una torre de porcelana indican el sitio exacto donde los minerales están a flor de tierra.

Está envuelto en un clima de tranquilidad donde las leyendas y tradiciones siguen siendo un atractivo para sus habitantes y la modernidad todavía no alcanza al poblado.

El olor a carbón, a maíz remojado, frijoles recién cosechados y cocinados son el complemento perfecto que transporta a los visitantes a 1545, cuando se fundó el municipio bajo el nombre Guachinango.

La riqueza del lugar, la gran cantidad de oro y piedras preciosas que expuestas al sol brillaban marcando un sitio codiciado por los españoles, por lo que al redescubrir los minerales se posesionan de las tierras.

"En el momento en que se redescubren los yacimientos, la Corona inmediatamente ponen los ojos aquí en el lugar y envía un Alcalde Mayor, se nombra a un párroco e inicia lo que se le llamó durante toda la época Colonial, como La alcaldía Mayor de Guachinango", comentó el cronista de la ciudad Felipe de Jesús Arreola Sedano.

Entre las casas de tejas anaranjadas y rojas, aún se conservan aquellas casonas en las que habitaban los españoles; sus ventanas y paredes están hechas con adobe y a diferencia del resto de las viviendas los techos son altos y cuadrados.

Desde lo alto del cerro una marea roja es el primer síntoma para retornar a esa época en la que los cines, los videojuegos, los teatros y los edificios modernos formaban parte de una visión futurista, sólo de locos.

Entre los tejados la torre de la parroquia es una verdadera muestra artesanal y de creatividad, su enjarre es único en el estado y en el país: restos de porcelana y azulejos visten las paredes de la iglesia.

"Hace 50 años, el párroco José del Refugio Hernández Guerrero fue a Guadalajara y se trajo de las fábricas dedicadas a hacer vasijas de porcelana, los pedazos que se rompían y con esos pedacitos de tazas, de platos se revistió la fachada de una manera única".

El templo, además de ser un símbolo para los habitantes, encierra una leyenda que cae con los dogmas religiosos de protección, sobre todo de los rayos.

La torre principal del templo cambió su arquitectura en 1871, el párroco encargado de la iglesia mandó poner reliquias de santos alrededor de la estructura para evitar que un rayo le cayera.

"Acababan de quitar los andamios y en agosto cae una tormenta muy fuerte y un rayo le cae a la nueva torre y la destroza, los pedazos de...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR