Pierde rasgos el patrimonio

AutorAlejandro Alvarado

Los rasgos multiculturales que dan identidad al País se borran ante la globalización que impone tradiciones y creencias ajenas. ¿Cuánto se ha perdido? Ni los mismos investigadores del patrimonio lo saben, porque no hay registro que enumere la riqueza cultural inmaterial que México tiene.

Tan sólo en Tuxpan, Jalisco, son pocos los nahuas que conservan su lengua madre; en el mercado tradicional de Tonalá, el barro fue superado por chucherías; los conocedores dicen que el Patrimonio Cultural Inmaterial (PCI) está en foco rojo, pero muy a tiempo para su preservación.

Para la UNESCO, el PCI es el crisol de la diversidad cultural y su conservación, una garantía de creatividad permanente; esto se manifiesta en tradiciones y expresiones orales, artes del espectáculo, rituales y actos festivos, conocimientos y usos relacionados con la naturaleza y el universo, y técnicas artesanales.

La danza de los tastoanes ya no se practica tanto en comunidades como la de Tateposco; la quema de Judas en el Sábado de Gloria se ve poco en los viejos barrios; las piñatas tradicionales se suplen por figuras de caricaturas; el trompo, yoyo, balero, canicas, los encantados o las rondas como Los Pilares de Doña Blanca, han perdido preferencia ante juegos de video.

"En la medida en que se pierdan esos códigos culturales nos perderemos como sociedad, de ahí pues que en este ahora haya confusión, porque no atendemos lo sustantivo, lo que nos da identidad", dice Efraín Franco Frías, investigador de la UdeG.

Ignacio Gómez Arriola, investigador del Instituto Nacional de Antropología e Historia, subraya el desconocimiento de la comunidad ante su patrimonio por lo que difícilmente le otorga valor cultural, por ejemplo lo culinario: el pozole, los sopes o la tortilla que al ser hecha a mano evoca más de 8 mil 500 años de historia, cuando indígenas lograron domesticar el maíz.

"Estas manifestaciones inmateriales son frágiles, se están diluyendo en el proceso acelerado e inconsciente que traemos de querernos adaptar al ritmo global", añade Gómez Arriola.

"Lo más triste es que ni siquiera hemos registrado, documentado, estudiado. Se muere el viejito que sabía hacer (cierto tipo de artesanía tradicional) y nadie los entrevistó, no enseñó a nadie, es una pérdida de nuestra riqueza".

En Japón, a sus artesanos se les denomina Tesoros Vivos, y se les apoya con recursos con el fin de que su conocimiento lo transmitan a generaciones.

En cambio en Tonalá, Santos Melchor sabe del proceso...

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