PLAZA PÚBLICA / El déficit de Bazbaz

AutorMiguel Ángel Granados Chapa

Como pocas veces se ha visto, la infracción a la ley procesal mexiquense se exhibe abiertamente día con día. La característica principal de una averiguación previa, fase en que se encuentra el caso de la muerte de la niña Paulette Gebara Farah, debe ser su discreción, su sigilo. A diferencia del proceso penal, que se inicia con un auto de formal prisión, la averiguación ministerial debe ocurrir lejos de la atención pública. En el caso famoso, en cambio, todo el mundo está convocado cada día: se difunde, ni siquiera se filtra solamente la agenda de los peritajes, la presentación de los testigos. Parte del manejo de los medios a este caso, inmundo a veces, resulta de la irresponsable apertura con que, contra la ley, procede el Ministerio Público del fuero común en el Estado de México.

Se acumulan los dislates en que incurre el personal de la Procuraduría del Estado de México, cuyo titular Alberto Bazbaz ha enseñado sus limitaciones e intereses de un modo que no se sabe si calificar de arrogante o ingenuo. Su ineptitud está siendo denunciada. La diputada federal perredista Leticia Quezada lo hizo ante la Procuraduría General de la República. A su vez, diputados locales y dirigentes de la oposición en el Estado de México organizan una petición formal de renuncia. El Gobernador Enrique Peña Nieto, el jefe de Bazbaz, tan pronto como volvió de una gira por Sudamérica, donde intenta presentarse como Jefe de Estado, en exagerado anticipo de su pronóstico propio, ha restado importancia a las faltas de su procurador. De igual modo que la Iglesia Católica procuraba hasta recientemente desvirtuar las acusaciones sobre pederastia teniéndolas como una simple intención de calumniar a la institución para desprestigiarla, Peña Nieto atribuye el zarandeo público a Bazbaz a propósitos políticos, destinados a minar a su Gobierno.

Es seguro que una porción de la crítica pública al procurador tenga esa motivación, dado el lugar eminente que ocupa en el elenco político, ahora mismo y con miras a la sucesión presidencial del 2012. Pero es también seguro que otra parte de la crítica pública se basa simplemente en la observación y examen de cómo Peña Nieto ha abordado la procuración de justicia en su entidad, que sin exageración puede proclamarse como zona de desastre. Ya es indicativo que Bazbaz sea el tercer procurador nombrado por Peña Nieto. Conservó inicialmente a Alfonso Navarrete Prida, designado por su antecesor y tío Arturo Montiel, y lo sustituyó por Abel...

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