Plaza Pública/ Guanajuato electoral

AutorMiguel Angel Granados Chapa

Por ser el lugar natal de un fuerte candidato presidencial, la elección de Gobernador en Guanajuato adquiere esta vez particular importancia. Los tres partidos con mayor presencia en la entidad han designado ya a sus candidatos, que no contenderán entre sí solamente, sino también como parte de la disputa más amplia por el Poder Ejecutivo federal.

Añade interés y relevancia a los comicios guanajuatenses el que allí gobierne desde hace casi nueve años el Partido Acción Nacional, desde que una combinación de trastupijes priístas y picardía salinista invalidó en los hechos la elección ordinaria de 1991. Ramón Aguirre, el candidato oficial formalmente victorioso, miembro de la familia feliz encabezada por el Presidente Salinas, debió reconocer que había obtenido el triunfo con trampas y renunció a la Gubernatura aun antes de asumirla. Digo que admitió su situación electoral no porque hubiera emitido una declaración expresa en tal sentido, sino porque se avino a la instrucción que le vino de lo alto, endeble como era su condición, y porque la orden no llegó sola, sino con un canje: la Gubernatura a cambio de buenos negocios a la sombra del poder. Así se le hizo titular, por sí o por interpósita persona, de establecimientos para ganar dinero con la ingenuidad y la codicia de quienes juegan al azar (e invariablemente pierden).

El PRI guanajuatense experimentó así una doble derrota. No sólo perdió el Gobierno estatal, sino que lo hizo como resultado de una maniobra presidencial, a la que sucumbió sin chistar. El Alcalde de León, el panista Carlos Medina Plascencia, fue escogido como interino por la Legislatura dominada por el priísmo que pudo obtener sólo, en mínima compensación, la Secretaría de Gobierno, primero en la persona del hoy Senador Salvador Rocha Díaz y luego en la de Roberto Suárez Nieto, en la primera experiencia de cohabitación partidaria en un Gobierno estatal.

En la elección donde Aguirre fue eliminado participaron también Porfirio Muñoz Ledo, por el PRD del que a la postre se marcharía; y Vicente Fox, que después de una travesía por el desierto perseveró y fue elegido Gobernador en las demoradas elecciones extraordinarias ocurridas cuatro años después de su inicial candidatura. En el entretanto, la Constitución federal había sido reformada para permitirle, a partir del primer día de este año, ser Presidente de la República. De ese modo, al elegirlo Gobernador, los guanajuatenses lo instalaron también en la plataforma de lanzamiento...

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