Plaza Pública / Perdonavidas

AutorMiguel Ángel Granados Chapa

La bancada del PRI en la Cámara de Diputados perdonó la vida al presidente de la Mesa Directiva, Jorge Zermeño. Lo puso primero en jaque y le infundió el santo temor de Dios necesario para que el legislador coahuilense acudiera a explicarse (no a pedir disculpas, dijo) ante la fracción que ocupa el tercer lugar por la suma de sus miembros. Dejó satisfechos a los priistas, que retiraron el veredicto de ejecución que estaba formulando.

Es comprensible que así ocurra. El grupo priista en San Lázaro tiene derecho de vida y muerte sobre los panistas. No se lo arrogó unilateralmente, sino que lo recibió en bandeja de plata de la fracción albiazul. El PAN quería, a toda costa, que uno de los suyos encabezara el Congreso en este periodo, último y primero de los sexenios presididos por miembros de su partido. Quería estar seguro de que la respuesta al último Informe del Ejecutivo saliente, el 1o. de septiembre y la entrega de la banda al entrante, tres meses después, estuvieran a cargo de un miembro del PAN, como garantía de que las ceremonias se realizaran cumplidamente. En costosa paradoja, estuvo dispuesto a pagos onerosos por actos que a la postre fueron privados de la prestancia imaginada.

Según la norma, y la mecánica parlamentaria, al grupo panista en la Cámara, por ser el más numeroso, tocaba este año presidir la Junta de Coordinación Política. Así lo decía la ley orgánica del Congreso. En consecuencia, a la segunda fuerza correspondía -como ocurrió en las dos legislaturas anteriores- el otro cargo de dirección en San Lázaro, la presidencia de la Mesa Directiva. Pero el PAN quería esa posición. Y ante la imposibilidad de ejercer ambas, y su decisión de marginar de esos niveles a la fracción perredista, pactó con el PRI, carente de derecho para optar por uno de esos lugares, la entrega de uno de ellos, la coordinación de los coordinadores. Y hasta empujó la reforma legal que hiciera menos burda la maniobra. El nombramiento de Zermeño, por lo tanto, se debe al PAN y al PRI. ¿Por qué la bancada tricolor tendría que renunciar a la posibilidad de quitar la vida si la tiene para darla?

Las expresiones más delicadas de la crisis postelectoral que han tenido lugar en la Cámara han sido deliciosas para los legisladores priistas. Han sacado provecho de su infortunio político y no sólo actúan como bisagra sino que han hecho del grupo panista, mayor en número, un dependiente suyo, que actúa dentro de los márgenes señalados por el antiguo partido...

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