DE POLÍTICA Y COSAS PEORES / ¡Cuidado!

AutorCatón

Tres hombres se hallaban en una mesa de café, la de Los Minifaldos, nombrada así porque todos sus integrantes son de avanzada edad: como las minifaldas, están a 5 centímetros del hoyo. Sumidos en un hondo silencio los tres señores bebían, meditabundos, su café. Estuvieron así largos minutos. De pronto uno de ellos dejó escapar un suspiro congojoso. Por la mejilla del segundo resbaló una furtiva lágrima. Dice entonces el tercero, con enojo: "¡Si van a hablar de política me voy!" Horas difíciles vivimos hoy por hoy en el país. A un lampo de esperanza siguió una calígine de protervidad. (Caón, de esta última frase no entendí ni mádere. ¿Qué es eso de "lampo", "calígine" y "protervidad"? Me encrespan los escribidores que en vez de usar términos sencillos emplean voquibles rimbombantes, campanudos, magnílocuos, prosopopéyicos, facundos, altitonantes y finchados. Consulté el diccionario y encontré que "lampo" es un brillo fugaz y breve, como el de los relámpagos; "calígine" es tinieblas, y "protervidad" es obstinación en la maldad, hagan ustedes de cuenta la de la CNTE al perturbar la vida diaria de millones de personas en el Distrito Federal). Bien empezó el gobierno de Enrique Peña Nieto, y eso hizo nacer en muchos de nosotros la esperanza de días mejores para México. Ahora tal parece que la pita se le ha enredado al Presidente, y con él a su equipo más cercano, lo mismo que a los diputados y senadores, y al jefe de Gobierno del Distrito Federal. Reinan en la capital el caos y el desorden impuestos por un grupo que ejerce presión violenta como medio para lograr sus pretensiones. Cuidado, pienso yo. Desde luego lo que voy a decir no es cosa que pueda venir pronto, pero sí es cosa que algún día puede venir. No son pocos los países de América Latina en que ante la anarquía, ante la ingobernabilidad, los militares se han hecho cargo del poder, las más de las veces con la aprobación y aun el contento de la ciudadanía. La gente se cansa del desorden, y llega a aceptar de buen grado un gobierno de mano dura, aunque sea ilegítimo, de hecho, que imponga el orden público y la seguridad. Desde luego en estos casos el remedio es siempre peor que la enfermedad, pero no por eso se debe descartar la posibilidad de que lo acontecido en otras partes llegue a suceder aquí si el desorden y la inseguridad se perpetúan y se extienden en otros...

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