Estaban un policía y un travesti...

AutorErnesto Diezmartínez

Nadie es perfecto. Efectivamente, nadie lo es. Pero si se trata de cine, Joel Schumacher lo es menos que nadie, sobre todo si hablamos de los muchos y prolíficos artesanos hollywoodenses de los años 90. Algo es claro: Schumacher no ha sido nunca un gran cineasta. De hecho, su única película realmente interesante, Un Día de Furia, la realizó a principios de la década y prácticamente todo su trabajo anterior y posterior (Línea Mortal, Todo por Amor, El Cliente, Tiempo de Matar, Batman y Robin) ha sido, para decirlo de manera amable, un sólido mentís al fortuito talento mostrado en aquel memorable drama policíaco interpretado por Michael Douglas y Robert Duvall. Su más reciente película, Nadie es Perfecto (Flawless, Estados Unidos, 1999), reafirma lo escrito anteriormente: el filme dirigido por el exdiseñador de vestuario de Woody Allen es un muestrario de clichés, subtramas inútiles y personajes vacíos en el mejor/peor estilo infrahollywoodense que uno se puede imaginar.

Walt Koontz (Robert de Niro) es un homofóbico y machista policía retirado que sufre un paro cardíaco al tratar de intervenir en un enfrentamiento entre delincuentes. Semiparalizado por el ataque, el ex cuico pierde su capacidad para caminar, bailar (él, un devoto del tango) y aun para hablar fluidamente. Acorralado por su discapacidad y deprimido hasta llegar al intento de suicidio, a Walt no le queda más remedio que tragarse su orgullo y prejuicios y pedirle ayuda a su vecino gay y travesti Rusty (Phillip Seymour Hoffman) para que éste le dé lecciones de canto y así pueda recuperar algo de su habla.-Estamos, pues, ante la típica historia de la...

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