DE POLÍTICA Y COSAS PEORES / De homilía a discurso

AutorCatón

Se casó Adiposio Sebiliánez, sujeto exageradamente gordo. La noche de bodas, en la dulce fatiga del amor consumado, pregunta a su flamante mujercita: "¿Te gustó, Rosilí?". Responde ella: "Sí. Me quitaste un gran peso de encima"... Una empresa afrontaba dificultades económicas. Muchos trabajadores y empleados fueron despedidos. Después, uno tras otro, algunos funcionarios de la dirección recibieron sus liquidaciones. Aquella mañana uno de los jóvenes directores fue llamado a la oficina del consejo directivo. Regresó tembloroso y con los ojos llenos de lágrimas. "¿Qué sucedió? -le pregunta su secretaria con angustia- ¿Te despidieron también?". "Peor todavía -gime el desdichado-. ¡Me hicieron socio de la compañía!"... Llegó doña Tebaida a confesarse, y vio dentro del confesonario a un desconocido. "¿Quién es usted?" -le pregunta recelosa-. "Soy el carpintero" -responde el individuo-. Inquiere doña Tebaida: "Y el Padre Arsilio ¿dónde está?". "No sé -responde el individuo-. Pero si oyó lo que yo he estado oyendo en el rato que llevo aquí, seguramente fue a dar parte a la policía"... La señorita Peripalda, catequista, les pregunta a los niños de la doctrina: "¿A dónde van las niñas y los niños buenos?". Contesta Rosilita: "Al Cielo". "Y las niñas y los niños malos, ¿a dónde van?". Levanta la mano Pepito: "¡A la parte de atrás de la iglesia!"... Nos reíamos de la señorita Menchita (Clemencia), y a sus espaldas le hacíamos burletas. Ella era la encargada de dar el catecismo a los niños del barrio. Los sábados por la mañana llegaba al templo de San Juan Nepomuceno y se afanaba por meter en el caletre de los hirsutos catecúmenos las enseñanzas del buen Padre Ripalda...

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