DE POLÍTICA Y COSAS PEORES / Viva paradoja

AutorCatón

Capronio, sujeto ruin y desconsiderado, fue con una linda chica a un motel, y a la hora de la hora la erectibilidad se le disfuncionó. Con ese barroco enunciado quiero significar que le fue imposible izar el lábaro de su varonía. No se apenó por ello el soberbio baladrón. Con expresión de lástima le dijo a la muchacha: "¡Pobrecita! ¿Con frecuencia sueles causar este efecto en tu pareja?"... Hace unos días se cumplieron 75 años de la muerte de Gilbert K. Chesterton. En mi voraz adolescencia leí "El Candor del Padre Brown", y recuerdo que, sin saber por qué, me deslumbró. Ahora tengo la explicación de ese deslumbramiento (hasta los deslumbramientos se pueden explicar): en aquellas páginas había humor. Alguna vez escribió el genial inglés: "Lo único que se le debe prohibir a un escritor es aburrir". Chesterton era un escritor serio; tan serio que no se tomaba demasiado en serio. Encontró un instrumento para volver amables todas las disquisiciones: la sonrisa. Detestaba las pomposas maneras de la solemnidad. Al hablar de él es forzoso aludir a sus paradojas pirotécnicas. Leamos ésta: "Considerado como individuo, el hombre puede ofrecer una apariencia más o menos racional. Sin embargo la humanidad, considerada como un todo, es variable, misteriosa, impredecible y deliciosa. Los hombres son los hombres. Pero el Hombre es una mujer". Sentía respeto por los chistes. Señalaba: "Un buen chiste contiene en su interior una filosofía". Su sentido de lo religioso era profundo: "Cuando un hombre deja de creer en Dios no empieza a creer en nada: empieza a creer en todo". A Chesterton se debe la reivindicación de la Edad Media, y el rechazo definitivo de aquella estólida concepción positivista según la cual el Medioevo fue una "edad oscura". "Edad de la fe" llamó él a la de las catedrales góticas, el canto gregoriano, el nacimiento de las universidades, la Carta Magna, el Poema de Mío Cid, Dante, Giotto, San Agustín, San Benito, Santo Domingo y San Francisco de Asís, Tomás de Aquino, Marco Polo, Chaucer, Wykliffe y Gutenberg, entre otros moradores de esa "edad oscura". Me pregunto qué pensaría Chesterton, aquel inglés jocundo, ventripotente y de...

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