Tolvanera/ Prilosevic

AutorRoberto Zamarripa

Arrastrada por el ciclón que azota al sureste, Dulce María Sauri ha decidido dirigir su nave en ese territorio en una grave apuesta que coloca a su partido, pero también al régimen político, en límites de catástrofe.

Tras la derrota del 2 de julio, para el PRI era imperiosa la necesidad de rearticularse fuera del poder gubernamental y dotarse de un auténtico programa de renovación. Sin embargo, los pasos dados retornan al punto del fracaso: el pivote de la acción política del PRI son los gobernadores estatales, en el riesgo de que esa acción partidista lastime su labor de gobierno y arrastre a sus entidades a conflictos ajenos y distantes. Y el rostro de renovación no puede ser, en ningún caso, el cinismo, el autoritarismo y el abuso. Ni Madrazo, ni Cervera, ni Albores pueden ser los estandartes de la renovación priista.

Entregada a las peores causas y a los más desprestigiados liderazgos, Dulce María Sauri al parecer ha decidido inmolarse con todos los villanos del priismo antes que asumir la necesidad de un repliegue político y de una recomposición de su partido.

De la mano de Madrazo, Cervera y Albores, la presidenta del PRI será una agresiva empleada dedicada al golpeteo político y una encubridora de los graves delitos cometidos por los políticos que la tripulan. Si la opción de resistencia del PRI es por la vía del fortalecimiento de esos cacicazgos sólo augura una lastimosa y penosa ruta de derrotas.

Dulce María Sauri sabe que debió irse de la dirigencia del PRI hace tiempo, apenas fue declarada la derrota en la elección presidencial. No quiso y no la dejaron irse. En su calvario posterior, la dirigente recibió dos inmejorables oportunidades de colocarse como la conductora del cambio priista: una alta votación en Jalisco, que permitiría ubicar al priismo como un sólido partido de oposición en vistas al 2003, y el golpe dado por el Tribunal Electoral federal a Roberto Madrazo con la anulación de los comicios de Tabasco.

Los comicios de Jalisco ofrecían a la dirigente nacional la posibilidad de construir un discurso y una guía de orientación, para convencer que el PRI no era un partido fatalmente derrotado, sino con posibilidades de competencia electoral aun sin contar con el control de órganos electorales y sin grandes recursos económicos.

Si en una entidad parecía difícil que el priismo recuperara bríos, ésa era Jalisco. La abultada votación, una auténtica victoria política producida en la peor crisis política de ese partido desde su...

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