Cinexcepción/ Desde el principio

AutorHugo Hernández

¿Requisito indispensable o franca introducción? ¿Obstáculo ineludible o arranque privilegiado? ¿Incómodo trámite o placentero principio?

Tradicionalmente las películas presentan en sus primeros minutos los nombres del elenco y del personal que estuvo involucrado en su realización. Este paso, que es el principio de la cinta, puede convertirse en un trámite intrascendente o puede incorporarse de manera natural a lo que está por venir. En todo caso la presentación de créditos de una película ha sido un tema menospreciado cuando se habla de una obra cinematográfica, aun para los mismos cineastas. De hecho muchos directores parecen no estar muy cómodos con este requisito: el resultado dependerá, como el de la obra en su conjunto de su planteamiento o alcances. Pero también son abundantes los realizadores que aprovechan esta situación para iniciar la película con el pie derecho. Pues si se debe iniciar de alguna manera, qué mejor que presentar algo que resulte no sólo atractivo, sino premonitorio o significativo.

Aunque son numerosas las producciones que incluyen entre sus créditos a un diseñador de créditos, son pocas las películas en las que es evidente la preocupación (y el trabajo) por no hacer de la presentación una parte desconectada del resto. Se cuentan por cientos las películas que simplemente hacen aparecer los nombres del personal sobre fondo negro, sobrio recurso que puede anticipar el tono de la película pero que normalmente no hace sino poner en evidencia falta de imaginación o de recursos (artísticos, económicos en el caso de las cinematografías tercermundistas).

Cuando un realizador no sabe qué hacer con el "engorroso trámite" (y es fácil constatar la alta frecuencia del caso) o simplemente tiene prisa por entrar en materia, tiene varias opciones. Una de ellas es dejarlos para el final. Ante la diversidad de necesidades, el mismo recurso: liberado del trámite inicial, se lleva rápidamente la atención hacia algún personaje o hacia el relato sin "perder tiempo" en distracciones que pudieran resultar contraproducentes de cara al espectador. Tal es el caso de obras maestras como Ciudadano Kane o Sin Aliento. En la primera Orson Welles nos hace entrar rápidamente a Xanadú para ser testigos de la muerte de Kane y...

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