Un puente y un camino

AutorAlejandra Carrillo

Hace casi más de 10 años, el Puente de Arcediano, o lo que entonces quedaba de su estructura, fue reubicado.

En ese entonces, 2006, se pensaba construir en su lugar, y en toda esa parte de la Barranca de Huentitán, una enorme presa, tan cara, que eventualmente no fue viable como proyecto.

Pero el puente sí fue removido. Al hacerlo, además, los encargados de las obras se sorprendieron al ver que debajo de él habían los restos de un puente colonial del que no se tenían más datos.

Fue hasta 2014 que éste se reabrió de manera oficial. Hoy el puente mantiene su esplendor y muchos paseantes lo visitan en esa parte profunda de la barranca, muchos sin conocer buena parte de su historia, que es también la historia de una ciudad en constante crecimiento.

El puente, como lo conocemos, fue terminado de construir e inaugurado en el 7 de junio de 1894, según se sabe, por obra de un hombre llamado Marcelo Alatorre, comerciante de la zona, quien encargó la obra del ingeniero Salvador Collado Jasso para atender una necesidad de movilidad que venía desde tiempos prehispánicos: el de cruzar el Río Santiago para entrar a Guadalajara desde Yahualica, Ixtlahuacán del Río, Teocaltiche y Zacatecas.

En su origen, el puente fungió como un enlace comercial para transportar mercancías al centro de la Ciudad.

El puente es de alguna manera el origen de lo que hoy conocemos como Huentitán el Alto y del poblado de Arcediano. Uno de los datos más importantes, cuando se habla de él, es que fue el primer puente colgante de México y de Latinoamérica, y que está inspirado en los puentes colgantes estadounidenses.

De hecho, parte importante de los materiales originales contemplan un gran cable de acero que se trajo de Estados Unidos, de la misma fábrica encargada de los materiales para el...

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