Pulso Económico/ La UNAM: ¿Y ahora qué?

AutorJonathan Heath

Después de una amplia lectura de las múltiples notas, columnas y editoriales en torno al desalojo de los paristas, queda claro que la sociedad está dividida en cuanto al uso de la fuerza pública y de las diversas resoluciones que se han dado en respuesta al conflicto. Por lo pronto, se han eliminado los extremos como posibles soluciones. Por un lado, no se dejó que el paro siguiera de manera indefinida, ni se entregó a los paristas el control total de la institución. Por el otro, tampoco se hizo caso a las voces del otro extremo, como la de la Coparmex, que pedía que simplemente se cerrara por un par de años.

En el fondo tenemos un problema mucho más complejo que el contenido del pliego petitorio del CGH. Está bajo discusión el esquema educativo del País, incluyendo los conceptos vertidos en el artículo tercero de la Constitución. No podemos darnos el lujo de ignorarlo por más tiempo, ya que hemos observado un gran deterioro en la calidad de la educación superior en el transcurso de las últimas dos o tres décadas, junto con una demanda creciente de una mano de obra calificada como resultado del crecimiento demográfico y la inevitable globalización. Todos sabemos que la mayor parte de las respuestas para resolver nuestros problemas de pobreza y de distribución del ingreso radican en la labor educativa. Por lo mismo, necesitamos encontrar fórmulas que incrementen la cantidad y calidad de la educación.

Es muy romántico hablar de una educación verdaderamente universal y abierta para todos. Más aun es hablar de una educación totalmente gratuita a todos los niveles. La educación universitaria es elitista por definición. Simplemente entrar a una universidad lo coloca a uno en el 10 por ciento más afortunado del País. Por lo mismo, no resulta muy equitativo que el Estado le proporcione esta educación totalmente gratuita a este estrato de la población habiendo tantas necesidades insatisfechas en los demás segmentos.

En el corto y mediano plazo todos salimos perdiendo por la huelga en la UNAM. La mayor parte de la sociedad, que parecía no respaldar las ideas de los paristas, tuvo que aceptar acciones que van en detrimento de la excelencia académica. Los egresados de la universidad perdieron, no solamente un año de estudios, sino además el rechazo creciente que vendrá del sector empresarial. La gran mayoría de las empresas tendrán una preferencia más marcada que antes por egresados de universidades privadas. Los paristas perdieron al ver su lucha...

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