Puntos... y Contrapuntos... / Todos coludos

AutorPedro Mellado

La mayoría o casi todos los que ahora se rasgan las vestiduras han sido partícipes, por acción u omisión en el desempeño de sus responsabilidades, de una conducta perversa, cínica y convenenciera, que les iguala frente a la sociedad, que bien podría hacer un juicio sumario condenatorio de todos los partidos políticos que en mayor o menor grado detentan o han detentado el poder.

Los políticos, de prácticamente todos los partidos, que ahora critican los presuntos abusos del presidente de la Comisión de Inspección del Congreso de Jalisco, Salvador Cosío Gaona, han actuado en forma similar, cuando se han enfrentado a la disyuntiva de repartir chambas y despedir trabajadores del servicio público, para colocar a sus familiares, amigos, socios, cómplices, y en algunos casos extremos de vulgaridad, hasta a sus novias o amantes.

A Cosío Gaona se le acusa de haber inducido el nombramiento de 111 nuevos funcionarios en la Auditoría Superior del Estado de Jalisco, presuntamente recomendados por 25 de los actuales diputados locales, decisión que provocaría el despido de una cantidad similar de empleados públicos.

La culpa tendría que ser prorrateada entre los integrantes de la Comisión de Inspección, que respaldaron con su firma la propuesta de Cosío Gaona, entre ellos los priistas Jesús Casillas Romero, Enrique García Hernández y Salvador Barajas del Toro, así como el panista José Antonio Muñoz Serrano, el perredista Roberto López González y el ecologista Luis Alejandro Rodríguez.

De esta responsabilidad tampoco pueden sustraerse Ramiro Hernández García, coordinador de los legisladores priistas, y Alonso Ulloa Vélez, líder de los diputados del PAN.

De esto debe saber mucho el presidente del Comité Directivo Estatal del PAN en Jalisco, Antonio Gloria Morales y seguramente, en su momento, también se ha ruborizado, disgustado y hasta asombrado ante la impudicia de algunos de sus colegas de partido; estos mismos sentimientos los ha compartido seguramente el líder estatal del PRI, Javier Alejandro Galván Guerrero y en su momento, también debe haber transitado por la misma ruta el dirigente estatal del PRD, José Antonio Magallanes Rodríguez.

Pero seguramente también deben compartir el mismo sentimiento de culpa y de vergüenza, porque la política ha transitado peligrosamente hacia el lado oscuro de las conciencias, en donde se ha perdido toda dimensión moral y ética del servicio a la sociedad.

Bastaría con echarle una miradita a las nóminas de algunos...

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