Rafael Alarcón / Siguen las reflexiones

AutorRafael Alarcón

Como suele suceder en este País, "después del niño ahogado empezamos a tapar pozos".

Ahora que todo mundo parece estar enojado con los resultados en los Juegos Olímpicos empiezan a llover las opiniones de que hacer para solucionar lo que "está mal".

Les decía la semana pasada que algo puede estar mal cuando se tiene un parámetro de medición y en este País carecemos de uno, porque nadie sabe con certeza qué se pretende lograr en los programas de alto rendimiento.

Empecemos por ponernos de acuerdo, ratifico mi postura en este punto, más ahora que nuestro Presidente, Felipe Calderón Hinojosa, nos ha pedido aportar para mejorar.

El buen desempeño de un deportista es afectado por tres factores: la efectividad de los programas, la opinión de los medios de comunicación, y el apoyo del público, por supuesto que el más importante es el primero y por ahí empecemos a hacer una reestructura.

El deporte de alto rendimiento en el mundo se ha convertido en una industria, principalmente porque se ha profesionalizado en todos los aspectos y aquí en México seguimos viendo en las Federaciones más gente con voluntad, en algunos casos con interés personal, que conocimiento en la materia, además entran y se van cada dos o tres años.

Según Rubén Acosta Hernández en su libro "Dirección, Gestión, y Administración de las Organizaciones Deportivas" el principal enemigo de las organizaciones deportivas no son ni el ambiente social ni los atletas ni sus críticos o adversarios: el enemigo número uno es la estructura local y las misma organizaciones.

Por eso la mayoría de los atletas terminan optando por el desarrollo bajo la asesoría de promotores profesionales, quienes pueden ofrecer mejores oportunidades a través de una estructurada mercadotecnia, algo que se logra fácilmente en los deportes individuales o fuera...

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