Un realizador de película

AutorHugo Hernández

Ocuparse de Quentin Tarantino es ocuparse de la historia del cine. Hacer un comentario sobre su obra es hacerlo sobre su cinefilia -para empezar- y sobre la del comentarista (elogiar a Tarantino es elogiar la propia cinefilia). Inevitablemente. No tanto por la reinvención del cine que muchos le adjudican, sino porque ha condensado diferentes tradiciones, épocas, géneros y estilos: sus películas son una especie de compendio, con abundantes visitas y homenajes a otras películas. Ellas surgen de y dan pretexto para una reflexión (en sentido especular, pero también en el otro), que a menudo se queda en la esfera del cine, y si pasa por la realidad es axialmente, porque así lo hace el género revisitado.

Sus entregas avanzan con el impulso que aporta un río de diálogos sensacionales: Tarantino es un genio de la oralidad. A este piso le añade un toque de humor y algunas dosis de ironía. Y el coctel ya está listo para entretener y divertir, para deslumbrar y hacer reír. ¿Y la sustancia, Quentin? Ya hablaremos: vayamos por partes.

Quentin Jerome Tarantino nació en Tennessee el 27 de marzo de 1963. Sus padres se separaron antes de que él naciera y fue criado por su madre en California. Sus acercamientos al drama vinieron de clases escolares de teatro, pero principalmente del videoclub en el que trabajó en su juventud (donde conoció a Roger Avary, con quien colaboraría posteriormente): ha comentado en más de una ocasión que consumía una variedad apreciable de películas de diversos géneros y procedencias. Ahí obtuvo parte de su formación; de ahí proviene el eclecticismo de su obra.

En su primer largometraje, Perros de reserva (1992), dejó ver un acercamiento singular al cine. Desde ésta es perceptible el gusto por iniciar o llegar a situaciones en las que "se pone la mesa" para que los personajes dialoguen, y que terminan "resolviéndose" en abundantes regueros de sangre. La cinta llamó la atención, entre otras cosas, porque le da un giro al cine de criminales, un género que normalmente es rico en acción. Aquí vemos muy poca; más bien seguimos a una banda de criminales que prepara un atraco y luego vemos las consecuencias. Al principio fue el diálogo... y al final. Su labor fue recompensada con el premio de la crítica internacional en Toronto.

El manejo del tiempo y la estructura se perfila, también, como una de sus características, misma que tendría su punto culminante en Tiempos violentos (1994), una película que debe parte de su gracia a la ruptura...

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