Rebanadas / El que busca, encuentra

AutorCony Delantal

Con tantos restaurantes y bares que se han establecido a lo largo de Avenida Patria, resulta difícil descifrar cuál puede ser una buena opción para comer con la familia, ya que la mayoría están enfocados al mercado de jóvenes que buscan distracción nocturna.

Honestamente no hubiera pensado que el Baja Pits, ubicado en el número 585, sería una buena opción para compartir todos juntos. El lugar se estableció junto a un conocido taller de cuatrimotos, donde también venden algunos accesorios para los aficionados a dicho deporte.

El lugar solito se desenmascara, y deduje que eran de la misma propiedad el restaurante y lo de las motos.

El Baja Pits es una especie de parador en medio de la carretera, que semeja una cantina de Baja California, con varios afiches relacionados con las carreras del desierto, precisamente en motos y autos areneros, con percheros hechos con rines e imágenes alusivas.

Por insistencia de mi marido terminamos ahí e hicimos una parada. La verdad es que no se ve tan mal desde afuera pero al llegar con los pequeños, justo el día de la pelea del Canelo, pensamos que no sería muy buena idea adentrarnos ahí.

Esa tarde ya preparaban unas grandes bocinas para el estacionamiento y todo parecía que iba a bullir en breve, así que no estaba del todo convencida.

Bajamos, leímos un poco la carta y hubo algo que nos enganchó. Así que de pronto ya estábamos todos sentados a la hora de la comida, sin algún comensal más, pero en el lugar aguardaban espectadores.

En su menú destacan, por supuesto, las botanas especiales para esos momentos de partidos y reunión entre señores, pero también tenían, para mi sorpresa, un pequeño apartado con comida para niños. Las carnes a la parrilla son otro de los grandes actores de la oferta, así que decidimos probar suerte con una arrachera, de 145 pesos para mi marido, y una ensalada de pera, de 60 pesos, para mí. A los niños les pedimos unas tiras de pollo, de 50 pesos, y al centro unos nachos de la casa, de 55.

Cuando llegaron primero con la entrada, mi marido enloqueció. Los nachos eran una gigantesca porción de totopos bañados con frijoles, mucho queso derretido, crema ácida y chiles jalapeños curtidos; acompañados de un rico guacamole. Debo decir que estaban estupendos, los frijolitos que llevaban eran magníficos.

Pronto llegaron los platos fuertes, no tardaron casi nada en llevar cada uno de los platos que pedimos, supongo que en parte porque éramos los únicos.

Del sitio les puedo decir que está...

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