Rebanadas / Comer en bolsa segunda parte

AutorCony Delantal

Hace algunas semanas que nos acordamos de lo rico que comimos en el restaurante Shrimp and Beer, en López Cotilla, junto al Funiculá (con acento en la A porque, ¡ah, cómo insisten en nombrarlo La Funícula), en fin, berrinches de su servidora.

Aquella vez probamos por primera ocasión las bolsas al vapor de los deliciosos camarones estilo cajún, servidos sobre la mesa en un mantel de papel, así, sin platos. La experiencia puede no sonar agradable para aquellos ortodoxos de las formas y etiqueta para comer, pero la verdad es que aquello es liberador. Comer con las manos y sobre la mesa, fue una buena experiencia.

Pues en esas estábamos, e incluso ya íbamos a regresar, cuando quisimos ver si había alguna otra opción en la Ciudad que ofreciera la misma comida. Y fue entonces que dimos con Shrimp Red, un pequeño local en Pablo Neruda 3128, en Providencia.

Su menú es muy sencillo y práctico, pues sólo tiene empanadas, tostadas y algunos acompañamientos y, como plato principal, los Shrimp Bolsas. Sólo tienen siete opciones, así que no entras en el problema de dilucidar cuál será tu elección.

Hay bolsas de camarón, de mejillón chileno, de pulpo, y de las combinaciones de mezclar cualesquiera de estos ingredientes en una sola bolsa. Los precios oscilan entre los 160 y los 460 pesos, de acuerdo con lo que contenga la bolsa. Todo ello viene acompañado de papas cambray salteadas y de elote amarillo.

Nosotros pedimos una bolsa con medio kilo de camarón, de 290 pesos, y una media bolsa de pulpo, de 420 pesos. Agregamos una orden de papas cambray, de 10 pesos; y una de elote amarillo, también de 10 pesos.

Lo pedimos para recoger en el lugar. Mi marido fue y regresó rápido. Lo servimos en la casa, y debo decirles que todos disfrutamos. No le he dicho a mi marido, pero esa comida fue tan gustosa para mí, que estaba muy feliz. Los niños no paraban de gozar el delicioso sabor, primero, del pulpo.

Lo preparan con especias estilo cajún, con ajo y picante. Y aunque aquello picaba como demonio, a pesar que pedimos el nivel de picante original (hay también hot y extra), no dejamos nada. El más pequeño no paraba de decir que era la mejor comida que había probado y que picaba mucho, pero prácticamente fue él quien se acabó la bolsa de pulpo. Era un picante tan bien logrado que no podíamos parar.

Mientras comíamos, todos reíamos escuchando las puntadas de uno, los chistes del...

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