Rebanadas / Un desayuno en varios tiempos

AutorCony Delantal

Tenía años de no ir al Santo Coyote por diferentes causas, entre ellas, la regular calidad de su servicio. Ahora, por insistencia de mi marido fuimos a probar suerte con los desayunos.

Desde hace poco que se aventuraron a esta nueva cara del negocio y ya experimentan lo que es servir por las mañanas.

Honestamente encontré escasa la oferta en su carta. Para empezar el desayuno para adultos cuesta 130 pesos y las ofertas son éstas: omelette relleno de flor de calabaza, crepas tres Marías rellenas de champiñón pollo y rajas con salsa de champiñón. Huipil tarasco o sabanita rellena de nopales y queso panela bañada en salsa de aguacate, y huevos al gusto.

También tienen enfrijoladas con pollo, lengua de res en salsa verde, filete encebollado, chicharrón en salsa roja y sus clásicos molcajetes de arrachera, además de chilaquiles verdes o rojos. Las guarniciones pueden ser papas a la mostaza y frijoles refritos.

Aunque no es limitada en cuanto al número de opciones, creo que la cocina del Santo Coyote puede dar para más.

Si se fijan, la mayoría de los platos que mencioné los puedes encontrar en cualquier desayunador.

Íbamos con la idea de encontrar una parrilla en la que estuvieran haciendo al momento algunos cortes de carne asada y huevos al gusto, sopecitos y quesadillas, y hasta una barra de frutas.

Al sentarnos, se acercó un mesero para ofrecernos fruta, directo de una charola que traía.

La sandía, que es la que comen los niños, se acabó y no resurtieron, incluso el mesero no intentó conseguir más, lo cual puede ser señal de que ya no tenían.

Luego se acercó una señorita y nos ofreció pan dulce. Estaba delicioso. Pedimos unas conchitas y unos rollitos de guayaba y debo decirles que estaban estupendos. Las conchas tenían un sabor a nata muy bueno.

Eso sí, el servicio sigue siendo de lo más lento. Tardaron más de 15 minutos para llevarnos una botella de agua. Cuando pedimos huevo con salchicha para los pequeños, tardaron 20 minutos en decirnos que no tenían salchicha y la sustituirían por jamón, a lo cual accedimos, pero el tiempo de espera fue eterno.

Mi marido pidió unas enfrijoladas y las disfrutó mucho. Venían servidas con salsa de frijol negro y crema. Eso sí, sólo tres, que para mi marido fueron apenas una botana y se quedó con hambre. Yo las probé y me gustaron mucho.

Yo pedí unos chilaquiles rojos. También una porción moderada, pero con una salsa para olvidar, no sabía ni a jitomate ni a chile ni a nada, incluso estaba un poco dulzona.

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