Rebanadas / Regreso triunfal

AutorCony Delantal

La semana pasada les platiqué de las ansias que tenía mi comadre de regresar a cenar y chismear por largo rato al Denny's de plaza Las Villas, en Tlajomulco.

Pues después de mucho cabildeo y de asegurarnos que el restaurante era apto para que volviéramos a las mesas ajenas, nos animamos.

Fue toda un tema de investigación, pues hasta hablamos para saber qué tanta gente tenían, si usaban gel, tapetes, cubrebocas y un largo etcétera. Pues allá llegamos el martes. Ataviadas con cubrebocas y un kit de limpieza para hacer nosotras la faena.

Llevamos cloro diluido, el atomizador, la franela ,y antes que nada, limpiamos nosotras mismas la mesa. Luego de eso, a lavarnos las manos.

Pero les platico todo esto porque en estos días, he notado el nivel de importancia que le da cada lugar a este tema y me he encontrado de todo. Desde el parrillero que trae el cubrebocas como mascada, hasta los locales que tienen un tapete seco sin líquido sanitizante.

En el Denny's llegas, pasas por el tapete con cloro, te detienen para tomarte la temperatura, te obligan (porque no puedes pasar si no lo haces) a ponerte espuma antibacterial, y una vez en la mesa, no hay nada de cubiertos ni aderezos ni azúcar ni sal que toques con las manos. Todo te lo van dando en la medida que lo vayas pidiendo, en envases individuales y desechables.

Mi comadre, que es doctora, notó que todos los empleados de la cocina usan cubrebocas N95, que es el más eficiente en la prevención de contagios. Los meseros traen guantes de latex y los cubiertos te los entregan en una bolsa de papel sellada, de manera que no estén en contacto con ninguna superficie que pudiera estar contaminada.

El espacio entre mesas es amplio, de tal manera que sí hay un buen distanciamiento entre comensales.

Todo ello lo platico no porque los estoy invitando a que regresemos como caballos desbocados a los lugares de mucha concentración de personas, sino que pongan atención y exijan que los lugares donde comen tengan las medidas necesarias para sentirse seguros.

Yo les confieso que iba con reserva, y la comadre muy atenta a lo que yo pudiera decir o reaccionar. Pero al darnos cuenta de cómo estaban manejando la situación me fui relajando, hasta lograr el objetivo que buscábamos: charlar, encontrarnos y cenar rico. Y para acabar con la noche redonda, el sándwich que pedimos estaba especialmente delicioso. El famoso pot roast melt, que es de cocción lenta, jugoso, con champiñones y cebollas salteadas, con queso amarillo...

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