Desde mi Ladera/ Renovador del teatro hispano

AutorJuan López

A despecho de todas las mutaciones del gusto que el paso del tiempo trae consigo, no habrá persona dotada de mediana estimativa histórica que pueda negar la importancia y significado de Jacinto Benavente como el más conocido y universal dramaturgo español.

La situación de Benavente entre los Siglos 19 y 20 es sumamente curiosa, pues si por un lado aparece como un continuador -en versión depurada, estilizada- de cierto teatro decimonónico, por otro desempeña, considerado en su relación cronológica con la generación del 98, un papel de innovador que rompe con la próxima tradición teatral del 19 para instaurar una nueva expresión escénica, acorde con la sensibilidad literaria de su tiempo. Hans Jureschke ha podido estudiar así a Benavente, como el dramaturgo representativo de la generación del 98. Alma triunfante y la Noche del sábado, cuyas primeras representaciones tuvieron lugar en 1902 y 1903, respectivamente, son estudiadas por Jureschke en correlación con la "Sonata de Otoño" (1902) de Valle-Inclán, "Camino de perfección" (1902) de Baroja, "La Voluntad" (1902) de Azorín, y "Soledades, Galerías y otros poemas" (1903) de Antonio Machado. En todas esas obras Jureschke descubre afinidades, tanto en lo que se refiere al vocabulario -preferencia por la esfera decadentista a las sensaciones de color diferenciadas-, como a la estructura sintáctica, etc.

Nació Jacinto Benavente en Madrid, el 12 de agosto de 1866. Era hijo de un conocido doctor: don Mariano Benavente.

Tras realizar sus estudios de bachillerato en el Instituto de San Isidro, Jacinto Benavente inicia la carrera de Derecho, abandonada en 1885, al fallecer su padre. Se dedica entonces a la literatura, libre de agobios económicos, leyendo y viajando mucho por Francia, Inglaterra, Alemania, Rusia, Italia... Y América también. Precisamente la concesión del Premio Nobel, en 1922, le sorprendió en el Nuevo Mundo.

En 1912, a la muerte de Marcelino Menéndez Pelayo, fue nombrado académico electo de la Española. Fue Diputado a Cortes, pero abandonó pronto la política, dedicándose a la producción literaria, especialmente la teatral. Su vocación quedó fijada en ese género -si bien cultivó también el cuento, el artículo periodístico, etc.- al que permaneció fiel hasta el fin de su vida, dando a la escena española algunas de las obras más centenariamente representadas y populares dentro y fuera de esa nación.

Con ocasión de cumplirse el cincuentenario del estreno de El nido ajeno, el Gobierno...

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