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Resiste a tecnología la agenda de papel

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Vincent
AutorGabriela Villegas

Al iniciar el año el regalo más esperado o la compra de rigor fueron, por varias décadas, las agendas o planificadores de papel.

Aun hoy, las agendas reciben a los compradores y más de un millennial se pregunta: si la mayoría de las personas tiene un Apple Watch, iPad o cualquier smartphone ¿son necesarias las agendas de papel?

Pues sí, son necesarias en una minoría que, incluso teniendo estos aparatos, no puede dejar de escribir en papel sus pendientes.

Las motivaciones son diversas: la organización, la nostalgia o la costumbre. Así que las agendas de papel seguirán vigentes.

MÁS ORGANIZADOS

El tener una hoja en blanco obliga a concentrarse sólo en pensar y escribir. Esto no es posible en un aparato electrónico, en el cual una persona puede estar conectada a otras aplicaciones o atendiendo varios asuntos.

"(La agenda en papel) me ha funcionado para poder organizarme. De otra manera no me salen los pendientes. Desde el celular o así sólo lo dejo pasar o se me olvida por atender otras cosas en el mismo aparato", afirma Sylvia Martínez, psicóloga de 23 años.

Hay estudios que lo avalan.

La investigación "Benefits of handwritten input for students learning algebra equation solving", de los académicos Lisa Anthony, Jie Yang y Kenneth R. Koedinger de Carnegie Mellon University, aunque fue aplicada en estudiantes de álgebra, llega a una interesante conclusión: quienes toman notas a mano captan más información que quienes teclean sus apuntes.

DESPIERTA CREATIVIDAD

Algunos no sólo limitan el uso de la agenda a escribir compromisos o pendientes, también desahogan sus ideas y creatividad.

Esto es común en las personas que tienen a escribir a mano. Los psicólogos Pam A. Mueller, de Princeton, y Daniel Oppenheimer, de UCLA, en un estudio del 2014 compararon la calidad de las notas y la memorización entre estudiantes que escribían a mano y en laptops.

Al revisar las notas Mueller y Oppenheimer se percataron de que quienes escribían a mano lo...

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