Un respiro para José

AutorFernanda Carapia

Su hablar es lento y casi inaudible. Entre palabra y palabra hace una larga pausa. Jala aire. Continua. Parece que corrió un maratón por lo jadeante de su voz.

El corazón, dice José Sotelo Núñez, no trabaja como antes. No puede respirar bien y acostarse, ni pensarlo, el aire se le va y siente que se ahoga.

"El oxígeno sí me hace mucha falta. Tengo que estar sentado, si me acuesto siento me ahogo, me empiezo a ahogar, no puedo respirar", dice el hombre de 63 años.

A su mal cardiaco se suma el Parkinson, la diabetes, la hipertensión, dos hernias hiatales, tumores en la vejiga, falsa vía en uretra e hiperplasia prostática.

Los gastos son muchos y su familia no tiene para solventarlos. Hace tres años, recuerda, eran 21 mil pesos mensuales tan sólo en medicamentos. Hoy, la cifra ha incrementado.

Don José no sabe cuánto necesita exactamente, ya que hay gente que lo ayuda, pero, afirma, es insuficiente.

Por ejemplo, relata, tiene que comprar el oxígeno que le ayuda a dormir y tener una mejor calidad de vida, así como su insulina. No puede dejar de inyectarse, su azúcar se elevaría a niveles alarmantes.

Como consecuencia de sus enfermedades crónicas, don José ya perdió la vista, sólo ve, a lo mucho, un 10 por ciento; sus riñones no trabajan como debieran, y sus piernas "ya no sirven".

"Un frasco (de insulina) me...

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