'Retomando el espíritu trashumante'

AutorAlejandro Canales

Conmemorar la fundación de Guadalajara ha dado motivo para refl exionar, documentar y hacer crónica sobre ella, e incluso ha sido ocasión para que se presenten iniciativas urbanas que en alguna medida han modelado su destino.

El ejemplo mas conocido lo tuvimos cuando en 1942, con motivo del 400 aniversario, se decidió que aquella Guadalajara “de ya 240 mil habitantes”, en la que se agolpaban, gente, carros, bellos edificios escondidos en calles estrechas, peatones que no encontraban su lugar, portales invadidos de comercios, tranvías, camiones taxis adueñados de la vía pública, futbolistas callejeros, señoritas de la vela perpetua, vendedores de tierra para macetas, vecindades habitadas por gente recién llegada a la ciudad y tantas otras cosas, tenía que ser ordenada, corregida y aumentada.

Para los ojos de algunos era una ciudad romántica, provinciana, de gente conocida, de barrios tradicionales, de campanadas llamando a misa, de casas de patio y zaguán, del pollo a la valentina, de las tormentas de agosto y el olor a tierra mojada; en fin, era la ciudad con los encantos de los buenos viejos tiempos que había que conservar.

A los ojos de otros era inoperante, con instalaciones urbanas anacrónicas en las que no se distinguían zonas habitacionales de industriales, que crecía rápidamente y sin orden. A esta ciudad se decía, era necesario llevarla a la modernidad.

Otros más señalaban que Guadalajara debía crecer y desarrollarse, pero debía seguir siendo Guadalajara.

Para el efecto de planear el futuro urbano hubo de integrarse la Comisión del Plano Regulador, cuya tarea se re- fl ejó en los ensanchamientos de las calles Juárez, Hidalgo, Alcalde y la llamada Cruz de Plazas. Concibieron el Anillo Circunvalación, el Periférico y definieron la zona industrial; en suma, se dio el banderazo de salida de lo que muchos llamaron con orgullo la Guadalajara Moderna.

En los más de 60 años que han transcurrido de aquel 400 aniversario, ya llovió.

En la perspectiva de los —vamos a llamarles— costumbristas, hemos visto caer edificios y desaparecer arroyos, hemos sido testigos de cómo se rellenan barrancos, de cómo los ríos de agua se transforman en ríos de carros, los bosques mutan en parques y los parques en glorietas y las glorietas en pasos a desnivel. Los barrios pasarn a ser colonias, luego fraccionamientos y ahora cotos.

En la visión de los optimistas, la ciudad ha crecido y se ha desarrollado con los problemas consustanciales de las grandes ciudades...

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