Pequeña revuelta en Miami

AutorDante Parma

REFORMA/Enviado

MIAMI.- "¡No se vale! ¡No se vale, cojones! Esto es más fraude que los que organiza Fidel!" La voz de Belisario Ramírez suena fuerte en el corredor principal del edificio central de las oficinas del Consejo Electoral de la ciudad.

Este taxista, que paró su carro en un lugar prohibido frente a la Alcaldía, no encuentra consuelo. Y sigue gritando junto con otro grupo de 50 manifestantes, en su mayoría cubanos como él.

A 16 días de que Florida no devela el misterio de la elección presidencial, estos seguidores de George W. Bush están molestos. No les es fácil aceptar el fallo de la Suprema Corte estatal de permitir que siga el recuento manual en tres de los condados más poblados, que además son controlados por sus rivales demócratas.

Sobre las 8:30 de la mañana, encabezados por el ultraderechista Congresista republicano por Miami, Lincoln Díaz-Balart, 50 cubano-americanos intentaron entrar a la fuerza al edificio e interrumpir la sesión del Consejo, que se reunió para decidir si en el recuento contabilizaba algunas papeletas anteriormente anuladas.

El problema es que la Suprema Corte se negó a resolver la disputa sobre si las boletas en que los orificios simplemente fueron marcados y no perforados deben contar. Al darle luz verde a los Consejos electorales para decidir, los republicanos temen que allí se sumen muchos votos para el Vicepresidente Al Gore.

La manifestación le puso un poco de calor al centro de Miami, que en la mañana sintió el impacto de la onda de aire frío que bajaba del norte. "Esto es fraude, 'brother'! ¡Nos tocaron los cojones una vez con Elián y no nos la van a hacer ahora. Bush es el Presidente, compadre!". Eso le gritaba uno de los manifestantes al policía que cerró las puertas de acceso a los ascensores y les impidió el paso.

"You can't go", gritaba el oficial. "Vas a tener que llamar a tu madre, cabrón, porque de aquí no nos sacas", le respondieron desde en medio de la muchedumbre. Por suerte, el agente pareció no entender.

Al final, mucho ruido y pocas nueces. Un manifestante que...

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