Ricardo Elias / De abajo para arriba

AutorRicardo Elias

Innumerables veces ha dicho el Presidente López Obrador que el combate a la corrupción lo hará "como se barren las escaleras", de arriba para abajo.

Sin embargo en la vida cotidiana los problemas o asuntos que tienen que ver con la corrupción los vemos exactamente al revés, es decir, de abajo para arriba.

Siguiendo la analogía de las escaleras, veamos al País como un edificio de varios niveles, los cuales se comunican entre sí por una enorme escalera central, la de la corrupción. Todos los ciudadanos vivimos y trabajamos en la planta baja del edificio, y si queremos o necesitamos ir a otros niveles, el acceso a las escaleras es restringido.

Las autoridades, dependiendo del nivel que ocupen en el organigrama oficial, trabajan (es un decir) ya sea en el vestíbulo de las escaleras ubicado en el lobby o en los niveles superiores, y unos cuantos en el penthouse, el cual tiene elevadores y escaleras independientes utilizadas sólo por aquellos que tienen influencias o "vara alta".

La única manera de llegar a los niveles superiores es con la autorización de los guardianes de la escalera, la cual se obtiene rápidamente a través de secretarios, secretarias, amistades o "contactos", siempre que haya regalos o "propinas" de por medio.

Los planteamientos de negocios y solución a problemas delicados o de gran tamaño se tratan en los niveles superiores o en el penthouse, lo cual hace que ciertos "asuntos" sólo sean viables si dan para pagar la suma de escalones de corrupción requeridos.

Por ello, la única corrupción que se puede barrer de arriba para abajo es la de más arriba, la de los grandes negocios y contubernios que los ciudadanos comunes y supuestos dueños del edificio ni siquiera sabemos que existen, pero sufrimos sus consecuencias.

Las migajas de la corrupción, los "negocitos" y las asignación de obras menores, así como la operación y mantenimiento cotidiano del edificio, suceden y acuerdan en la planta baja, donde vivimos todos excepto las autoridades y bandidos de mayor rango, los amos y señores de los pisos superiores.

Los ciudadanos comunes, "el pueblo", tenemos contacto sólo con los primeros escalones de la corrupción, por lo que la población general ni siquiera se entera de la corrupción que pueda haber en la parte de arriba de la escalera, y lo único que le interesa es que con corrupción o sin ella, su calidad de vida mejore y su seguridad personal y patrimonial esté protegida.

Lo demás es lo de menos. De nada le sirve al ciudadano común...

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