Ricardo Elias / La honestidad no se compra

AutorRicardo Elias

Recuerdo que de niño en mi afán por obtener una bicicleta les conté a mis papás que a un compañero de la escuela le habían regalado una porque pasó de año.

Como yo tenía buenas calificaciones me sentí con todo el derecho de pedir lo mismo. La respuesta de mi padre -quien además de haber sido educado en un mundo de carencias fue sargento en la Marina de los Estados Unidos- fue contundente: estudiar y sacar buenas calificaciones es una de tus obligaciones y en esta casa no se dan premios por cumplirlas, "end of story".

El aprendizaje fue múltiple. Primero supe que no solo no tenía derecho a recibir premios por estudiar, sino que si no lo hacía bien, lo que recibiría sería un castigo. Segundo, que todos tenemos obligaciones y responsabilidades. Y tercero, que las recompensas si las hay, se deben a esfuerzos y logros extraordinarios, no ordinarios.

Esta historia me vino a la memoria cuando AMLO anunció que para combatir el "huachicholeo" cada familia de las comunidades por donde pasan los ductos de PEMEX recibirá entre seis y ocho mil pesos mensuales. Pagar para que se respete la ley me parece un despropósito y una injusticia.

Es un despropósito porque esta dádiva no impedirá que los ladrones sigan robando. Virtudes como la honestidad no se compran, se inculcan, se imbuyen en el individuo por medio de la conciencia no de la cartera, con educación y buenos ejemplos.

Lo que único que se logrará regalando dinero, es que los ladrones y los flojos vivan más cómodos; que los que trabajamos honestamente nos sintamos como idiotas porque los impuestos que pagamos y que son producto de nuestro esfuerzo diario se destinen a subsidiar holgazanes y bandidos, o tengan fines político-electorales. No soy abogado constitucionalista ni nada que se le parezca, pero mi sentido común dice que los que pagamos impuestos, la base tributaria que sostiene al País, tenemos el derecho a impedir que el Gobierno regale nuestro dinero a los que no trabajan, o pague para que no roben.

Nuestros impuestos no deben ser utilizados para manipular políticamente la pobreza y la ignorancia, ni para disfrazar burdamente al populismo como ayuda social.

Este "coraje constitucional" me nació luego de leer un "meme" que circuló en las redes sociales y que decía: "Cuando oigo que alguien roba por necesidad, me dan ganas de decirle... seguramente yo trabajo por deporte, hijo de la chingada".

No...

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