Ricardo Elías / Madres malas

AutorRicardo Elías

El artículo que escribí la semana pasada titulado "¡En la madre!", me originó todo tipo de reclamos, particularmente de las esposas y madres a la vez, que por mi culpa pudieron no haber recibido algún regalo el Día de las Madres de parte de sus maridos.

Y antes de que vuelvan a respingar por el título del artículo de hoy, les pido me den el beneficio de la duda y lo lean. Y si al final todavía piensan que me valen m... las madres, y su día, entonces me hacen merecedor de cuanto reclamo sea posible por ser mal hijo, mal esposo, mal pensado, mal padre y pésimo escritor.

Pero si no, les pido que con la misma saña e intensidad con que la semana pasada fui criticado, hoy me atiborren de mails y cartas a MURAL aplaudiendo y felicitándome por lo que tal vez sea un inútil y tardío intento de reivindicación con aquellas mamás que se sintieron agredidas por haber dicho que el Día de la Madre no era el día de la esposa y por lo tanto los regalos y felicitaciones debían venir de los hijos y no de sus maridos, y por haber dejado a la imaginación la sutil posibilidad de que el inexistente día de la esposa podría ser el día de Halloween.

Con la ilusa esperanza de que las mujeres olviden agravios (porque hay que reconocer que las mujeres antes de ser histéricas son históricas), transcribo parte de un escrito que recibí por internet, titulado "Madre mala".

Y aunque éste pudiera asemejarse a los consejos que se encuentran en los libros motivacionales y de autoayuda que venden en Vips, sugiero que, por cursi que parezca, sea leído conjuntamente entre padres e hijos, seguro de que servirá, por una parte, para valorar correctamente el papel de una madre (y de un padre) en la difícil tarea de formación y educación de sus hijos y, por otra, como sustento para aquellos padres que por no ver llorar a sus hijos hoy, equivocadamente los complacen siempre, cediendo a sus caprichos y arruinándolos con ello para el resto de su vida, sólo para finalmente verlos llorar de adultos en lugar de verlos llorar de niños.

Lo digo porque yo soy uno de esos hijos que tuvo una madre mala, como la que a continuación describo, y porque en mi familia nos hemos empeñado en ser igual de malos que ella.

El texto de la Madre mala dice así:

Un día cuando mis hijos estén crecidos lo suficiente para entender la lógica que motiva a los padres y madres habré de decirles: Los amé lo suficiente como para haberles preguntado a dónde van, con quién van y a qué hora regresarán.

Los amé lo...

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