Ricardo Elias / El switch de los escrúpulos

AutorRicardo Elias

Desempolvando archivos me topé con un artículo publicado en 2014 en la revista Psychology Today, titulado "La ciencia de por qué buenas personas hacen cosas malas" y me pareció que explica en buena medida cómo la influencia de líderes políticos y sociales, que pueden ser calificados como tóxicos o negativos, propician divisiones, discriminación, odios y comportamientos sociales dañinos.

El artículo en comento comenzaba diciendo que la historia está repleta de grupos humanos, organizaciones y naciones enganchadas en conductas horrendas e inmorales que van desde segregaciones y linchamientos hasta las llamadas "limpiezas étnicas" o genocidios.

Como sociedad tendemos a darles demasiado crédito a los líderes tanto por las cosas buenas que pasan como por las malas. Vaya, hasta creemos que hay presidentes con buena o mala "suerte", dependiendo de si bajo su mando ocurren eventos catastróficos incontrolables, como podría ser un sismo o una pandemia, o eventos fortuitos favorables como podría ser el hallazgo de yacimientos gigantescos de petróleo o montañas enteras de litio.

La dependencia excesiva en los líderes sociales, aunada a la superficialidad de la opinión pública, hace que los méritos y las verdaderas responsabilidades se desplacen. De esta manera tenemos líderes que se cuelgan medallas de otros o cargan culpas que, en honor a la justicia, no les corresponden.

La buena fe con la que la mayoría actuamos nos lleva a pensar que todos somos más morales de lo que realmente somos. Y los chascos nos los llevamos cuando nos topamos con personas que han eliminado de su conducta habitual los escrúpulos y límites éticos, lo que les permite actuar inmoralmente y hasta justificar sus malos comportamientos.

La eliminación de límites morales comienza fijándose en los beneficios que se obtendrían obrando mal, para luego racionalizar los medios para lograrlos, como sería, por ejemplo, justificar el linchamiento de una persona argumentando la impunidad oficial; justificar la tortura a un terrorista con el fin de proteger ciudadanos de sus ataques, o justificar el desvío de recursos públicos argumentando que como antes todos lo hicieron, ahora "es su turno".

Basta hacer lo indebido una sola vez para desconectar el "switch" de los escrúpulos y aumentar poco a poco la cantidad y gravedad de las malas conductas.

Quiero creer que la exhortación de AMLO a los criminales para que se "porten bien" y "ya le bajen" apela un iluso deseo por reactivar sus límites...

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