Ricardo Elias / La tercera opción

AutorRicardo Elias

Luego de las elecciones en Estados Unidos, en las que una persona fue capaz de manipular los odios y prejuicios de una sociedad, me pregunto: ¿es la democracia un fracaso?

Montesquieu decía que el principio de la democracia es la virtud, y sin embargo ésta nació del dinero y la pólvora. Cañones y mosquetes destruyeron el castillo feudal e hicieron que los otrora orgullosos caballeros montados en corceles fuesen iguales a los aldeanos. La democracia le dio dignidad a lo numeroso.

Hoy, en todas partes del mundo, las virtudes y los valores de la libertad y la igualdad que llevaron a las clases medias a la supremacía política están siendo pisoteados por manipuladores sin escrúpulos que explotan la ignorancia, los prejuicios y los odios de masas de votantes cada vez más grandes y por lo tanto con mayor capacidad para decidir el rumbo de una elección.

Para explicar lo anterior encontré un término en inglés que vale la pena escudriñar. Me refiero a la expresión "biased", que si bien en español se traduciría como "prejuiciado" o "parcial", su significado en inglés es más amplio y se refiere a "todas aquellas acciones que apoyan o se oponen a una persona o cosa en particular de una manera injusta, permitiendo que las opiniones personales influencien nuestro juicio".

Una persona parcial o prejuiciada (biased) sería aquella que tiene o muestra injustamente una tendencia a creer que ciertas personas, ideas, etcétera, son mejores que otras. Hay que hacer notar que lo que convierte en prejuicios o en actos discriminatorios las naturales inclinaciones, tendencias o favoritismos hacia algo o alguien es la injusticia detrás de ellos.

Por ejemplo, preferir a las rubias no es un acto de discriminación hacia las morenas o viceversa. Prejuicio, discriminación o racismo sería que nuestra preferencia por unas impida a las otras competir en igualdad de circunstancias o ejercer algún derecho, cualquiera que sea, o que nuestro disgusto por algún tipo de personas se transforme en medidas para hacerles daño, para expulsarlos de la cuadra, del club o del país, o para eliminarlos de la faz de la Tierra. Y ejemplos hay muchos.

Lo que hizo ganar las elecciones a Trump no fueron sus propuestas de gobierno, ni siquiera su carisma o trayectoria personal, sino el haberse convertido en una opción política para canalizar descontentos, prejuicios y odios.

En México el entorno social y político no es...

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