Roba granizada la tranquilidad

AutorFernanda Carapia

El granizo entró como ladrón. De golpe, botó la puerta de entrada e invadió la casa. En segundos, J. Jesús González quedó empapado con el rostro, literal, pegado al techo.

Tiene 92 años y usa silla de ruedas. No podía salir. Vecinos abrieron camino y lo pusieron a salvo en un lugar seco y cálido. Ya presentaba hipotermia.

"A la hora que entró el agua, el hielo subió la base, a mi abuelito lo sacaron los vecinos, por encima de la montaña de nieve, hicieron paso por el hielo y lo sacaron por una silla", comentó Lupita, nieta de don Jesús.

Los muebles quedaron inservibles. El refrigerador se descompuso y apenas habían dado el segundo abono.

Pero eso, dice su hija María Guadalupe González, como sea se repone, lo que urge es comprar nuevamente el medicamento para la próstata que requiere. Se llama Secotex Ocas y cuesta 900 pesos la caja que acababan de adquirir.

A unos metros de su casa, en el número 2867 de la Calle Insurgentes, Laura Patricia Manzo Ramírez vivió una pesadilla.

Ya estaban dormidos, pero la lluvia despertó a su esposo Roberto Carlos Granados, quien la levantó para ver cómo caían los granizos. Eso los salvó.

"Botó la puerta de la entrada con todo y chapa, me dijo '¡saca a los niños!', gracias a Dios estábamos despiertos", recuerda.

Cuando sacaban a sus hijos de 13 y 3 años por el patio trasero hacia la azotea de su vecina, el hielo penetró de golpe la habitación, prensando el brazo de Roberto con el marco de la puerta. Por más intentos, no lograba zafarse.

"Me dijo que me fuera, que salvara a los niños", relata con la voz entrecortada.

"Empecé a rezar en voz alta y le dije '¡sí puedes, sí puedes, no te vas a quedar aquí, de aquí vamos a salir todos!'".

La fuerza llegó. Roberto...

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