Roberto Zamarripa / El nudo

AutorRoberto Zamarripa

Un nudo de contradicciones puede colapsar al sistema político, atrapar a los partidos, deslegitimar a la autoridad electoral y desesperanzar a los ciudadanos.

El PRI triunfó en dos de las tres elecciones de gobernador. Pero la victoria tiene un sabor amargo. Se logra montado en viejas bases de coacción, con un enorme dispendio de recursos públicos para cosechar votos y controlar primero ciudadanos, a candidatos y luego a autoridades electorales.

Una primera contradicción tiene que ver con que esa coacción cohabita con un consenso: existen franjas importantes de la sociedad que votan por el PRI por convencimiento; una convicción hecha de miedo y de prepotencia. Segmentos de ciudadanos que se empoderan por la victoria de quienes controlan las riendas de un gobierno y por ello gozan de canonjías en sus comercios informales, en sus empleos gubernamentales, en sus estabilidades laborales y sociales. Y los hay que comulgan con el conservadurismo ramplón aunque ello también raye en el consentimiento del abuso y la corrupción.

Un voto de coacción y miedo. Miedo por la amenaza y también por la incertidumbre. Más vale malo por conocido que Maestrita por conocer.

Otra contradicción tiene que ver con la resurrección; el oxígeno que las victorias otorgan a un sistema desvencijado y a gobiernos tremendamente impopulares, empezando por el federal. El problema es que la capitalización de ese triunfo es de un grupo cerrado, que ha decidido conducir los destinos del País y de sus intereses cada vez más distante de sus colegas y de las corrientes internas del priismo.

Un saldo claro de estos comicios es que el presidente Enrique Peña recupera, sin duda, las riendas de su sucesión. El triunfo priista le ofrece en bandeja de plata la unidad interna. Lo que vendrá, empero, será el destazamiento. Los que estorban, dentro del PRI, serán excluidos. Los que no correspondan a las coordenadas mexiquenses recibirán su merecido.

El asunto es que la ortodoxia le dicta que esa sucesión es centralizada, unipersonal, controlada. Cualquier insinuación de apertura descontrola, destantea, confunde.

Una designación en el mejor estilo...

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