San Cadilla / La Dominguera

La adrenalina de jugar con estadio lleno, ante millones de televidentes y con el juego en la línea no tiene comparación. Pero algunos jugadores han buscado esas emociones pisando el acelerador a fondo de un monstruo de cuatro ruedas con un poder encantadoramente destructivo. De esto queda constancia en tristes historias de accidentes automovilísticos que cobraron la vida o la carrera de algunos miembros del futbol mexicano.

Duras lecciones

El recuerdo de Pablo Hernán Gómez, ese fulgurante jugador del Pachuca quien falleció junto con su esposa, aún vive... y también las dolorosas enseñanzas.

"Lamentablemente muchas veces solemos sentirnos 'Supermán' cuando estamos al frente de un volante y no medimos las consecuencias; ahora lo de Pablo, ojalá y Dios lo tenga en su gloria, pero debemos tomarlo todos como una lección dura que debemos aprender ", declaró en aquel entonces Fabián Estay.

A 170 KILÓMETROS...

Pablo Hernán apenas tenía 23 años y dos hijos.

El Lincoln Sedán 2001 serpenteaba por la carretera México-Nuevo Laredo, en el tramo Portezuelo-Huichapan, cuando en el km 25 perdió el control en una curva a 170 kph.

El vehículo dio varias vueltas hasta que una roca lo frenó en seco; el jugador y su esposa perdieron la vida en el momento, aquel 29 de enero del 2001; sus hijos lograron salvarse.

Pablo era más que un punzante extremo derecho, artífice del título del Invierno 99, también era el consentido de ese vestidor, extrovertido, bromista y con tendencia a no tomar en serio muchas cosas.

El accidente movió y conmovió al medio futbolístico.

TAMBIÉN A 170 KPH

Hay quien asegura que si César Andrade hubiera seguido su ascendente carrera, el Atlas habría coronado su generación de oro con un título... será imposible saberlo.

La noche del 10 de noviembre de 1999 acudió con otro jugador de la cantera, Javier Amador Palacios, a la Taberna, el bar de moda de ese plantel; jugaron billar y bebieron unas copas.

Ya entrados en calor, decidieron ir a un table dance llamado Kaoz; a César le gustaba "Esmeralda", una exuberante chica de Mazatlán.

Cuando vieron el reloj, tomaron la desafortunada decisión de emprender el regreso a casa a toda velocidad por Periférico: a 170 kilómetros por hora, una valla detuvo el Jetta 99 y sus carreras futbolísticas.

La pierna derecha de Andrade, entonces de 20 años, fue cercenada en un 80 por ciento y luego amputada; Amador, de 18, tuvo fractura del fémur derecho, laceración hepática y entrada de sangre y aire a los pulmones...

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