Sergio Aguayo / Sobre la guerra

AutorSergio Aguayo

Hay tres novedades sobre la guerra contra el crimen organizado: 1) se libra simultáneamente en centenares de frentes; 2) crece la autonomía del Ejército que exige una ley y presiona replegándose en algunas entidades, y 3) hay condiciones para mejorar el trato dado a las víctimas del conflicto.

Hace unos meses, Miguel Ángel Osorio Chong presumía que el gobierno había neutralizado a "cien de los 122 [líderes del crimen organizado] identificados como prioritarios". Para el titular de Gobernación ello significaba que "todos los cárteles habían sido golpeados estructuralmente". Con este criterio la política de descabezamiento y fragmentación es un éxito.

Cuando inició la guerra hace una década, había nueve organizaciones criminales; en la actualidad sobreviven el Cártel del Pacífico (Sinaloa) y el Cártel Jalisco Nueva Generación que disputan a sangre y fuego el control de diversas plazas. Las otras organizaciones se han atomizado en pequeñas bandas. De acuerdo con Lantia Consultores en enero de 2017 había 249 grupos dedicados al crimen organizado. Por ejemplo, Los Zetas se han escindido en 36 grupos que buscan distinguirse y adoptan nombres convencionales: Hijos del Diablo; descriptivos: Los Negros, o enigmáticos: Néctar Lima. La violencia no ha desaparecido; se ha desperdigado afectando amplias regiones.

Ni el Estado mexicano ni Washington parecen tener la estrategia para un escenario de esta naturaleza. Una consecuencia es que los protagonistas están preparándose para guerras irregulares de larga duración. El caso más llamativo es el Ejercito que exige certidumbre jurídica (el general secretario Salvador Cienfuegos lo expresó con gran claridad). Como el Congreso tiene a la Ley de Seguridad Interior en la indefinición están presionando con una novedosa política de rifles guardados. En una reunión con la Junta de Coordinación Política de los diputados, Osorio Chong comentó que las Fuerzas Armadas están replegándose en algunos estados (Claudia Salazar, Reforma, 6 de marzo de 2017). En otra ocasión daré una interpretación sobre la trascendencia e implicaciones de la creciente autonomía de las Fuerzas Armadas.

La incertidumbre no debe ser motivo para que siga regateándose la atención a las víctimas y la protección a los grupos vulnerables. Las víctimas viven una paradoja: pasaron de la marginalidad a un protagonismo irrelevante. Me explico. Cuando fue imposible ignorar el costo humano, quienes gobiernan crearon instituciones y les...

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